Diariamente escuchamos quejas: “lo poqui­to que gano no me alcanza para nada… volvieron a aumentar la medicina de mi mamá… no consigo trabajo… las pastillas de la presión están desaparecidas…”. Voces de personas desilusionadas que, pese a todo, se levantan para asistir al trabajo, madres que hacen colas intermi­nables para conseguir algún producto regulado y alimentar a sus hijos (¡e incluso para revenderlo!), estudiantes que acuden ansiosos a sus centros edu­cativos con la esperanza de capacitarse para cons­truirse un mejor futuro… Sin embargo, nada de esto puede negar la realidad: no es fácil vivir en la Ve­nezuela actual.

Si bien son muchos los factores que intervienen en esta situación, hay palabras clave que, al con­vertirlas en acción, pueden empezar a cambiar el panorama; ellas son: inversión, producción, traba­jo, responsabilidad, emprendimiento y calidad. Ne­cesitamos invertir para producir, generar empleos, mejorar las condiciones de vida en las comunida­des, disminuir la importación de alimentos; invertir en el campo, en la salud, en la educación… ¡Es fundamental rescatar el sentido de la responsabili­dad y la corresponsabilidad! ¡Necesitamos perso­nas honradas, con visión, compromiso y constan­cia! Hay que crear las condiciones necesarias para evitar que tantos venezolanos abandonen el país, lo que nos está convirtiendo en un territorio de fami­lias separadas, rotas, cansadas y desesperanzadas. Este país, que se conoció como Tierra de Gracia, debe convertirse en un ave fénix, capaz de renacer de sus cenizas y emprender el vuelo del progreso, la reconciliación y la prosperidad.

Hace varias décadas, el padre José Mª Vélaz recorría Venezuela lleno de sueños, de proyectos, de sensibilidad. En todos los pueblos y barriadas que visitaba encontraba multitudes de personas que reclamaban su derecho a ser escuchadas y visibili­zadas: que alguien las viera, las tomara en cuenta, les tendiera una mano, porque existían y sufrían, tenían derecho a una vida digna, pues no eran fan­tasmas ni meros números para nombrar la margi­nalidad. De ahí nació su firme convicción de que es prioritariamente a través de la educación que el pueblo silente emergerá y será dueño de su histo­ria. Pero, como tantas veces insistiría, no bastaba cualquier tipo de educación, sino que tenía que ser una educación de calidad, para que “la educación de los pobres dejara de ser una pobre educación”.

De esos andares e inquietudes y de la solidaridad de muchas personas surgió Fe y Alegría como una gran red de escuelas, liceos, centros de capacita­ción laboral, emisoras…

Con el paso del tiempo fuimos comprendien­do que la mejor manera de enseñar es tomando en cuenta la vida, aprendiendo de lo cotidiano. Preci­samente este número de nuestra revista Movimien­to Pedagógico hace referencia a ese vínculo, y nos invita a reflexionar con seriedad sobre la impor­tancia de evaluar permanentemente las propuestas educativas que se implementan en el país, para que respondan a las exigencias y necesidades del con­texto y de los educandos: no podemos seguir cami­nando en zigzag o a ciegas, cuando se trata de for­mar ciudadanos honestos, productivos y solidarios.

Por ello, la revista recoge los cambios en la con­cepción de las escuelas técnicas agropecuarias en Fe y Alegría, para adaptarlas y adecuarlas a la reali­dad (tanto del contexto como de nuestros estudian­tes) e irlas convirtiendo en unidades de producción que generen aprendizajes significativos en la vida de cada uno de ellos y sus comunidades y cimenten la cultura de la productividad y el emprendimiento, lo que ha supuesto que el personal docente haya tenido que superar muchos obstáculos.

La revista hace también referencia a la valora­ción de los conocimientos del campesino venezo­lano, la importancia de convertir la tierra en un aula a cielo abierto donde se aprende experimentando, contrastando la teoría con la práctica, y, entre otros aspectos, la importancia de las prepasantías en ese esfuerzo institucional de mejorar los índices de em­pleabilidad e inserción laboral para nuestros alum­nos.

Disfrutaremos y aprenderemos mucho con la lectura del dossier titulado “Creatividad, innova­ción y emprendimiento en el Programa Escuelas de Fe y Alegría”, donde Alcira Ramírez hace plantea­mientos muy interesantes sobre la cultura del em­prendimiento, el trabajo digno, la productividad y el avance de la tecnología, y termina con algunas propuestas a implementar en nuestros centros edu­cativos.

Desde Movimiento Pedagógico queremos apro­vechar esta oportunidad para invitar a todos los docentes a participar y enviarnos sus experiencias, ideas y sugerencias a la siguiente dirección http://www.movimientopedagogico.com.ve.

Con los aportes de todos, iremos construyendo una educación de calidad que contribuya a abatir la miseria y la violencia, aumentar la productividad y la ciudadanía, lograr un desarrollo sustentable, para que todos podamos vivir con dignidad y al mirar­nos a los ojos nos veamos como conciudadanos y hermanos.

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