Dossier

Para comenzar

Nuestro fundador, el padre José Mª Vélaz s.j., fue un emprendedor social, que hace 62 años se empeñó en mejorar la vida de los más vulnerables. Él no podía aceptar la pobreza sin proponerse la prosperidad. Por eso, junto con otros educadores emprendedores, dieron inicio y forma a una iniciativa que buscaba lograr movilidad social y una cultura de mejora de las condiciones de vida del vene­zolano, a través de la educación. Ahora bien, si las raíces de nuestro Movimiento fueron una lucha contra la pobreza y la injusticia, es obvio que nuestra propuesta educativa tiene una relación estrecha con la mirada de la Promoción Social y con la concepción de desarrollo en la que creemos en Fe y Alegría.

Es por ello que, antes de hablar de productividad, innovación y emprendimiento, es importante dejar claros dos principios que sustentan dicha propuesta: no es cualquier desarrollo y tampoco es cualquier trabajo el que queremos que alcancen nuestros estudiantes.

Para nosotros, el desarrollo no es sólo económico. Es un proceso de mejora progresiva de la calidad de vida, cuyo centro es la persona; es un desarrollo humano, integral, sustentable que apuesta al bienestar, no solo de los que hoy habitamos el planeta, sino también a las generaciones futuras. Debemos tener claro que sólo existe un planeta Tierra y es de todos, hoy y siempre. La promoción social, por tanto, reivindica una noción de desarrollo que produce la sociedad y que busca incidir en la transformación de las estructuras que mantienen y perpetúan las inequidades e injusticias sociales.

También vale resaltar el trabajo al cual apostamos: es un trabajo decente el que deseamos que logren las personas, es el trabajo que se realiza en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad huma­na. Juan Pablo II, en el 2000, alrededor de este tema hizo un llamado a una coalición global por el trabajo decente; él dijo: “hago un llamado a que ejercitemos nuestra responsabilidad personal y colectiva a fin de lograr que los mercados funcionen en provecho de todos. Hacer del trabajo decente una vía para salir de la pobreza, que afiance la dignidad personal hacia un gozo pleno de la riqueza de la vida”.

Por ello, es fundamental que esta noción de desarrollo y de trabajo quede clara, ya que es principio y fundamento de la educación que auspiciamos. El Papa Francisco en la cuaresma del 2015 señalaba que no podemos acostumbrarnos a las situaciones de degradación, de miseria que encontramos y exigía: “Sal­gamos de esta cansada y perezosa costumbre, al mal que nos rodea”, en consecuencia, nuestra educación tiene que promover un trabajo digno, decente y un desarrollo inclusivo para todos y todas.

Otro elemento importante de la propuesta de nuestro Movimiento es que todas nuestras acciones parten de un contexto. Es por ello que nunca podemos dejar de hacer una mirada a la realidad que nos cuestiona: hoy en día, la prosperidad de los países depende cada vez menos de sus recursos naturales y cada vez más de sus sistemas educativos, sus técnicos, científicos y sus innovadores. En la próxima década veremos in­ventos tecnológicos más revolucionarios que todos los que ha producido la humanidad desde la invención de la rueda alrededor del año 3500 aC. Se están lanzando al mercado innovaciones asombrosas que cam­biarán nuestras vidas, tanto o más que la llegada de internet hace algunas décadas.

Las impresoras 3D permitirán la manufactura casera e individualizada de casi cualquier objeto y ame­nazarán con aniquilar la producción industrial en todo el mundo. Pueden reproducir zapatos, ropa, partes de automóviles, vajilla de cocina, joyas, juguetes, órganos del cuerpo y alimentos. Cada uno de nosotros podrá producir lo que quiera a nuestra medida, en nuestras propias casas. Una buena parte de la producción masiva será sustituida por la producción individualizada.

Los aviones no tripulados o drones comerciales ya están comenzando a ser usados para la vigilancia policial, el monitoreo de ganado en los campos. Los agricultores no tienen la menor idea de que está pa­sando en sus campos y eso los puede llevar a irrigar en exceso, poner demasiado pesticida o muy poco. Los drones que operan con un GPS y monitorean los campos son la posibilidad de medir los niveles de agua del suelo y la necesidad o no de dispersar pesticidas. Los autos sin conductor de Google y otros que están siendo desarrollados con sensores que miden la distancia con los vehículos más cercanos, funcionan sin necesidad de que el conductor esté prestando atención.

Junto con las impresoras 3D y los “multimateriales” que se están produciendo para alimentarlas, pronto saldrán al mercado “materiales autosaneables”, o sea, materiales que se reparan así mismo y que por tanto podrán extender la vida útil de muchos productos, reduciendo la necesidad de reemplazarlos o mandarlos a arreglar.

En este sentido, un informe de la Corporación Andina de Fomento del 2014 alerta sobre las dificultades que los países de América Latina pueden encontrar para incorporar, adquirir o utilizar las tecnologías que serán clave en el 2020. Fíjense: estamos apenas a tres años de esta realidad.

Paralelamente frente a este mundo que nos invade y sacude, dejándonos a veces inermes y sorpren­didos, en Venezuela las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística en el cierre del 2015 indican que el desempleo fue del 7% y el empleo informal del 44%. Sin embargo, entre la población con edades comprendidas entre los 15 y 24 años, el desempleo es del 15%, es decir, se duplicó. Y el empleo informal también aumentó hasta un 56%. Adicionalmente, los bajos sueldos y la calidad de los empleos, signados por la contratación por máximo de seis meses y la tercerización, ocasionan una gran rotación de personal de los trabajadores jóvenes, sobre todo en las empresas pequeñas y el sector comercio.

En pocas palabras, los jóvenes venezolanos siguen siendo los más castigados en el desempleo y la pre­cariedad del mismo. Frente a esta realidad Fe y Alegría asume como un desafío para los próximos cuatro años contribuir al ambio de una cultura rentista a una cultura de la producción–productividad en Venezue­la, a través de:

  • El fomento de la cultura de lo productivo y emprendedor dentro del Movimiento, siendo propositivos y arriesgados.
  • El énfasis en la cultura de la productividad para desarrollar procesos productivos que contribuyan al logro de una economía solidaria.
  • El énfasis en el desarrollo de las competencias para la empleabilidad (trabajo digno) y productividad.
  • El establecimiento de orientaciones para la empleabilidad y emprendimiento en todos los niveles educativos.
  • La comprensión de la dimensión del emprendimiento, y su vinculación con la innovación.
  • La creación de metodologías que reconecten los centros educativos a los planes de desarrollo local, regional y nacional.
  • El repensar las líneas de producción y los proyectos educativos de escuelas técnicas y CECAL.
  • Una mayor claridad en la definición de emprendimiento, producción, productividad e inserción socio-productiva.

Si hoy Fe y Alegría quiere construir soluciones adecuadas a los contextos actuales, tenemos que enten­der que debemos educar personas emprendedoras y productivas, pero esto no solo significa que formemos a nuestros estudiantes: sino también es necesario que todo el personal que conforma el Movimiento reco­nozca al emprendedor que lleva dentro y con ello nos articulemos como un equipo que logra el propósito que se proyecta.

En este sentido, a continuación se presenta un papel de trabajo para la discusión sobre algunos concep­tos que, a lo interno del Movimiento, debemos definir con claridad. Adicionalmente, se presentan algunas líneas de trabajo que podrían asumirse desde el Programa Escuelas, en el corto y mediano plazo, para comenzar a fomentar una cultura de lo productivo, innovador y emprendedor en los centros educativos de Fe y Alegría.

La creatividad

El término creatividad se asocia tradicionalmente con la actividad artística y en las últimas décadas, dadas las experiencias de empresas como Apple o Google, a la innovación en ámbitos tecnológicos. Esta última vinculación es procedente ya que la creatividad y la innovación son dos conceptos que van de la mano. Pudiésemos decir que la creatividad es la habilidad de generar ideas, alternativas y nuevas solucio­nes a problemas. Por su parte, la innovación es la capacidad de convertir estas ideas en algo aplicable, de darles utilidad dentro de un contexto.

 

 

Es por ello que pueden existir personas muy creativas, capaces de generar ideas, pero que no son in­novadoras, ya que no pueden escoger las mejores de ellas y aplicarlas. La creatividad-cultura como he­rramienta para poner en marcha procesos de cambio y mejora aplicados a una organización debe tener un enfoque integral, transversal, a todos los procesos internos e instancias de la misma. Puede incluso flexi­bilizar y superar enfoques de gestión, estructuras y procedimientos rígidos e incrementar la productividad.

Para fomentar la creatividad, tenemos que familiarizar al estudiante con estos conceptos y captar su atracción e interés sobre ellos. Ser creativo implica aprender a ver las cosas de manera distinta de lo que se considera como normal o convencional, o de lo que tendemos a pensar de primera mano. Ser innovador es dar un paso más, es llevar esas ideas a la práctica. Es necesario convencer a los estudiantes de la importan­cia de aportar visiones y soluciones propias, originales, ante las situaciones que se nos presentan en la vida.

En las escuelas, el aprendizaje de la creatividad implica desarrollar capacidades para usar mejor el ce­rebro, cambiar los estilos de pensar, conocer las funciones del hemisferio izquierdo y derecho, saber cómo trabaja el cerebro triuno, utilizar las distintas inteligencias, hacer vibrar la inteligencia emocional, guardar positivamente la información en las neuronas jugando, creando, compitiendo, cantando. Aprovechar todo el cuerpo para aprender, aprender a aprender y aprender a desaprender, darle sentido práctico a lo que aprendemos, conectarlo con la red mental redimensionándonos como personas e incrementando nuestra potencialidad. El pensamiento creativo es un complejo proceso, en el que podemos reconocer tres fases como veremos a continuación.

Todas las personas recorremos el proceso creativo, consciente o inconscientemente. El acto creador es la combinación de datos o conocimientos o impresiones que anteriormente no tenían relación entre sí, para obtener nuevas formas o nuevas ideas o visiones insólitas, mediante el establecimiento de relaciones, asociaciones o contactos de esas cosas separadas previamente o nuevas miradas sobre cosas ya conocidas (Schutt, 2008).

Las personas creativas pueden ejercer el pensamiento divergente para la búsqueda no de una respuesta única, sino de múltiples soluciones.

La innovación

Como ya señalamos: la innovación es la capacidad de convertir ideas creativas en algo aplicable, de darles utilidad dentro de un contexto. Sin embargo innovar es, en esencia, una actitud, una cultura que de­ben tener los emprendedores durante toda su vida. Es un proceso que se hace continuo en el tiempo, pero, que es indispensable en un entorno en el que los cambios son constantes. La innovación no sólo tiene que ver con idear nuevas tecnologías, sino más bien con crear dentro de la organización un espíritu de mejora continua (EOI, 2011).

La creatividad es el sustento de la invención y la innovación. La invención es volver realidad el acto creativo, es materializarlo. No obstante es posible, y ocurre a menudo, que las invenciones no se convier­ten en innovación, pues no cumplen el requisito de encontrar un lugar en el mercado o ser aceptadas y asumidas por una comunidad. Es decir, la invención es altamente creativa, aunque no siempre logra ser aplicable o “vendible”. Al igual que existe una vinculación entre innovación y creatividad, es indudable la correlación entre estos dos conceptos y el emprendimiento. En la persona emprendedora deben confluir: capacidad para asumir riesgos, creatividad, innovación, detectar oportunidades y la determinación de eje­cutar la idea (Accenture, 2010).

En Fe y Alegría tenemos el reto de desarrollar la creatividad y las vocaciones científicas en nuestra pro­puesta educativa. Estimular en los niños, niñas y jóvenes el interés por la ciencia y la tecnología a través de actividades en las que no sólo se transmiten conceptos sino que se ponen en marcha características propias de la actividad científica: observación, experimentación, reflexión y pensamiento crítico. También implica que nuestros estudiantes conozcan las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), la nanotecnología, la biotecnología, los nuevos materiales, etc. Además, a lo interno del Movimiento, innovar es mejorar las técnicas de enseñanza y evaluación, los diseños curriculares, nuestros modos de servir y gestionar, entre otros aspectos.

La creatividad y la innovación dependen de la capacidad de romper paradigmas, métodos y orienta­ciones con los que tradicionalmente enfrentamos los problemas y de la búsqueda de nuevos caminos no transitados.

Las organizaciones trascienden y se adaptan al cambio si tienen la flexibilidad suficiente para cambiar modos de pensar, dar respuestas variadas, modificar las ideas y superar la rigidez. La creatividad y la inno­vación serán posibles si se piensa más allá del “siempre se ha hecho así”, si la inconformidad es bienveni­da, si el pensamiento divergente tiene cabida en los equipos y en la organización. Sólo así es posible esca­par del conformismo. La innovación se caracteriza por la incertidumbre y se debe aprender a gestionarla. Debemos entender que la innovación puede surgir desde cualquier parte de la organización. Sin embargo, tampoco surge sin la cultura adecuada. Sólo una cultura que tolera el error fomenta el emprendimiento y la innovación.

Creatividad y la Educación en Tecnología

La Educación en Tecnología en la propuesta de Fe y Alegría busca que sus estudiantes comprendan el mundo artificial del que formamos parte, que manejen procedimientos, operadores, herramientas y má­quinas. También que reflexionen y hagan una mirada crítica de la tecnología desde la perspectiva social, cultural, económica y su impacto en la vida de las personas.

En la Educación en Tecnología mencionamos el concepto de creatividad de manera constante, haciendo alusión permanente a la generación de soluciones creativas de los problemas que resuelve la tecnología en los proyectos que se ejecutan.

Tanto el análisis de objetos, como los proyectos son estrategias valiosas que permiten a los estudiantes ir en busca del conocimiento. Particularmente el método de proyecto tecnológico tiene una etapa muy impor­tante en su ejecución relacionado con la generación de alternativas-diseño, donde deben aportar ideas para generar propuestas novedosas. Sin embargo, es precisamente en esta fase donde se tienen mayores limita­ciones. Hay dificultades en imaginar nuevas, originales e innovadoras soluciones. Entonces, ¿cómo hacer para favorecer el proceso creativo y, al mismo tiempo, afianzar el conocimiento propio de la tecnología?

Se hace necesario que los docentes propongan situaciones de aprendizajes desestructuradas y desafian-tes en la Educación en Tecnología. No pueden ser problemas o necesidades cuya solución sea obvia. El reto es dar mayor margen de libertad, alentar al alumno a la búsqueda propia y favorecer la originalidad para que se forme con una actitud creativa.

Ahora bien: ¿cómo promover la creatividad sin saber en qué consiste esta aptitud? Por ello, siendo que es clave el rol docente, es muy importante su formación en los medios y las estrategias para que pueda ayu­dar a sus estudiantes a alcanzar un pensamiento creativo. De manera especial es necesario que los docentes dominen las técnicas creativas. Incluso, más allá de los docentes del área de Tecnología, en general los de las demás áreas académicas deben tener una formación básica que les permita, por un lado, entender los conceptos básicos vinculados al proceso creativo, mientras por otra parte manejen las técnicas más comu­nes para la generación y selección de ideas en el proceso de innovación.

El emprendimiento

«Lo que necesitamos es una sociedad emprendedora en la que la innovación y el emprendimiento sean normales, constantes y continuos».

Peter Drucker

Emprendimiento es aquella actitud y aptitud de la persona que le permite asumir nuevos retos y pro­yectos; es lo que le permite avanzar un paso más, ir más allá de donde ya ha llegado. Es lo que hace que esté insatisfecha con lo que es y lo que ha logrado y, como consecuencia de ello, quiera alcanzar mayores logros. Toma la iniciativa, es innovadora. Busca lograr objetivos que signifiquen un reto para ella. Es un agente de cambio. Una persona que asume el riesgo y la incertidumbre, identifica oportunidades, además reúne y maneja los recursos necesarios para lograr los objetivos planteados.

Tendemos a confundir un emprendedor con un empresario. No todo emprendedor está llamado a crear una empresa que produce y vende, mientras no todo el que está al frente de una figura jurídica que crea bienes y servicios es un emprendedor. Estos conceptos trabajan bien juntos, pero, no siempre confluyen en la misma persona.

El emprendedor no nace, se hace. No existe un momento adecuado para la formación en emprendimien­to: las personas deben formarse en esta materia durante todos los niveles educativos. Desde la educación Primaria se deben forjar las bases y es el lugar adecuado para fomentar la cultura emprendedora. Luego a lo largo del continuo educativo se van adquiriendo conocimientos más específicos, para así fomentar la cultura emprendedora.

El emprendimiento es el hábito para iniciar un proyecto, pero después hay que mantenerlo. Para eso es necesario desarrollar las virtudes de la acción, los hábitos ejecutivos: la tenacidad, el aplazamiento de la recompensa, el aprendizaje de los errores, la autocrítica, la toma de decisiones, el compromiso con la tarea, el liderazgo (Marina, s.f).

La esencia del emprendimiento no está sólo en la creación de un negocio propio o de una nueva orga­nización, sino en la actitud transformadora del entorno. Un emprendedor es alguien que, en algún aspecto de la vida, siente una imperiosa necesidad de cambiar el mundo y de mejorarlo, reconoce su deseo y se compromete con su realización. Se puede ser emprendedor en cualquier área: deportes, música, etc.

La cultura dominante no es la del emprendimiento y por ello el ser emprendedor que llevamos dentro no se desarrolla, no termina de emerger y, peor aún, ni siquiera lo vemos. Por eso, lo primero que debe hacerse cuando uno quiere emprender, es reconocerse como emprendedor.

Nuestra propuesta de formación en emprendimiento debe tomar fuerza en las competencias socioemo­cionales como: el trabajo en equipo, el liderazgo, la autoconfianza que disminuya el miedo a fracasar y asumir los errores. Debemos pasar de solo enseñar a preparar un plan de negocios e incluir el desarrollo de una forma de pensar y actuar, a ejecutar experiencias concretas y prácticas desde la concepción de la idea hasta la formación de la empresa y la gestión de su crecimiento. La información que se obtiene en la fase de arranque puede utilizarse para realizar correcciones en el modelo de negocios inicial, que permitan a la empresa lograr resultados positivos.

También tenemos los emprendimientos sociales en los cuales los ciudadanos construyen o transforman instituciones, para avanzar en soluciones a problemas sociales como pobreza, enfermedad, analfabetismo, destrucción ambiental y corrupción. Es decir, es la empatía como motor de una nueva sociedad. Nosotros, como Movimiento de Educación Popular, somos un emprendimiento social.

Características de un emprendimiento social

Generar y fortalecer la cultura del emprendimiento implica reconocer los rasgos del comportamiento social, económico y cultural que imprimen un sello distintivo a los individuos. En Fe y Alegría apostamos por el emprendimiento como una competencia, es decir, como los conocimientos, actitudes y habilidades que permiten, por una parte, adaptarse a los cambios con una actitud positiva, y por otra, ser uno mismo agente de cambios en el entorno personal o social.

Entonces, se trata de una competencia esencial en la actualidad donde el cambio permanente y verti­ginoso es la forma de vida. La iniciativa y la autonomía personal por tanto son rasgos necesarios para la convivencia social, no sólo para formar empresarios, sino para educar personas proactivas en el manejo de su proyecto de vida, satisfactorios para sí mismos y para los demás. El emprendimiento como competencia también es la capacidad que tienen las personas para salir adelante de manera creativa haciendo uso de habilidades individuales y colectivas (Espinoza y Peña, 2012) .

La dimensión económica y social del emprendimiento debe mantenerse en equilibrio, ya que cuando la primera adquiere mayor poder que la segunda resulta el capitalismo salvaje que frena las iniciativas pe­queñas. En Fe y Alegría tenemos que asumirlo como un asunto estrictamente humano y no como la simple acción de generar riqueza.

La situación económica en Venezuela es crítica, pero nuestra apuesta por el emprendimiento no es únicamente para enfrentar una situación coyuntural, sino un asunto de estructura que incorporamos como parte de nuestra propuesta educativa de forma permanente. En este sentido, debemos fortalecer actitudes para tener los objetivos claros en la vida, tomar riesgos, valorar la educación permanente, adquirir conoci­mientos técnicos, ver al fracaso como el camino hacia el éxito, entre otras. Personas capaces de entender su entorno, con un espíritu y mentalidad enfocada hacia la innovación y la creatividad. Como Movimiento nos proponemos formar personas emprendedoras, centros educativos emprendedores para avanzar y pro­gresar hacia un mundo más justo y solidario.

Una cultura emprendedora no sólo debe estar dirigida a fomentar vocaciones emprendedoras o empre­sarios, sino comprender la naturaleza del emprendimiento en todas sus vertientes: social, pública, privada; esto se traduce en la posibilidad de que las personas puedan desarrollarse exitosamente en cualquier activi­dad en la sociedad. Fe y Alegría también considera que la cultura emprendedora no sólo debe desarrollarse en nuestra oferta formativa, sino que es necesario que el Movimiento como organización también la asuma. Esto supone:

  • Un adecuado aprovechamiento y mantenimiento de los recursos que tiene a nivel nacional, zonal y en las escuelas, generando hábitos, prácticas y costumbres en todos los miembros de la comunidad educativa que evidencien actitudes emprendedoras, innovadoras y creativas.
  • Los procesos de mejora institucional deben anticiparse a los cambios, optimizando el uso de recursos por parte de todos los niveles y miembros de las distintas instancias de Fe y Alegría.
  • Gestionar acciones de control, evaluación y ajustes de los procesos de toda la gestión institucional: administrativa, académica y financiera que viabilicen la utilización de una completa y actualizada informa­ción que sirva de soporte para la toma de decisiones.
  • Desarrollar procesos de formación del personal a nivel de todas las instancias del Movimiento en cuanto a desarrollo personal y profesional, en sus capacidades emprendedoras, innovadoras y productivas para gestionar los planes de mejora de Fe y Alegría.
  • La gestión académica debe enfocarse en el desarrollo de la competencia emprendedora necesaria para un adecuado desempeño de los estudiantes en lo personal, social y profesional: un diseño curricular, pro­mover prácticas pedagógicas y actividades de aula adecuadas que generen en ellos conciencia de su papel en el avance de la sociedad, visión hacia el cambio y el mejoramiento de sus condiciones y su calidad de vida.

La inteligencia emocional del estudiante, la autoconfianza, el autocontrol, la empatía o actitudes como el optimismo y el esfuerzo son factores críticos de éxito que debe tener plenamente interiorizados. Además, se deben fortalecer las capacidades para crear, liderar y sostener unidades de negocio por cuenta propia: identificación de oportunidades, consecución de recursos, tolerancia al riesgo, elaboración de proyectos y planes de negocio, mercadeo y ventas, entre otras, que los pueden llevar a la creación de una empresa.

Finalmente, para lograr el fomento de esta cultura emprendedora, es fundamental que las personas que lideran nuestro Movimiento en todas sus instancias concienticen la importancia que tiene la cultura em­prendedora para el desarrollo de nuestros estudiantes, las comunidades del entorno y el país en general.

Emprendimiento es la capacidad de iniciar proyectos, de luchar contra la pasividad, de aplicar las energías necesarias, planificar la realización, buscar los conocimientos y ayudas

necesarias, soportar el esfuerzo, aguantar las frustraciones. Sus opuestos son la pasividad,

la impotencia, la dependencia aceptada.

Creatividad es la capacidad de producir novedades eficaces para resolver un problema o

realizar un proyecto. Se opone a la rutina, a la repetición, o a la ineficacia.

Innovación es la esencia del progreso. No todo lo nuevo es innovador. La idea de innovación debe ir unida a la de progreso y significa aprovechar el conocimiento para alcanzar de modo más eficaz metas valiosas. Es el uso social de la creatividad.

¿Qué es la productividad?

Quizás la manera más sencilla de decir qué es productividad es: más y mejor con lo mismo. Para que una sociedad pueda elevar el nivel de vida de su población, su economía crezca y se logre un trabajo de­cente para todos y todas, tiene que mejorar la productividad.

La productividad y el trabajo decente son dos eslabones de una misma cadena. No puede haber aumento de productividad sin un trabajo decente y viceversa.

En los últimos años, según Martínez (s.f), constantemente se hace referencia al concepto de productivi­dad confundiéndolo, en algunos casos, con otros, como el de intensidad del trabajo (que significa un incre­mento del trabajo, es decir, esfuerzo del trabajador), eficiencia (que significa producir bienes y servicios de alta calidad en el menor tiempo posible), eficacia (es el grado en que se logran los objetivos) y producción (que se refiere a la actividad de producir bienes y servicios). Además de estas confusiones, también se pueden tener otras como creer que se puede reducir el concepto de productividad al de productividad del trabajo, o que se debe medir el rendimiento solamente por el producto. Es decir, se confunde la productivi­dad con la rentabilidad y se considera que la productividad sólo se puede aplicar a la producción.

Por ello, se hace necesario algunas puntualizaciones sobre la productividad y otros términos asociados.

  • Eficacia: se basa en alcanzar las metas establecidas en una organización o de forma individual.
  • Eficiencia: es el logro de las metas con la menor cantidad de recursos. Obsérvese que el punto clave en ésta definición es ahorro o reducción de recursos al mínimo.
  • Productividad: es la relación entre el resultado de una actividad productiva y los medios que han sido necesarios para obtener dicha producción. De esta forma se puede ver la productividad como una medida de lo bien que se han combinado y utilizado los recursos para cumplir los resultados logrados.

En términos generales, la productividad es un indicador que refleja que tan bien se están usando los recursos de una organización en la producción de bienes y servicios. La Agencia Europea de Productividad (EPA) define productividad como el grado de utilización efectiva de cada elemento de producción.

Creo que la definición que mejor se acerca a nuestro quehacer en Fe y Alegría es la que señala que la productividad es sobre todo una actitud mental. Una búsqueda constante por mejorar lo que ya existe. Está basada sobre la convicción de que uno puede hacer las cosas mejor hoy que ayer y mejor mañana que hoy. Es la firme creencia en el progreso humano.

De igual forma, también podemos tener la productividad social. En tal sentido, Torres (2011) hace refe-rencia a la Fundación Social de Colombia que la entiende como el fortalecimiento y la transformación de las instituciones públicas y privadas en favor de facilitar y hacer ágiles las transacciones políticas, econó­micas y sociales que permiten fomentar la participación y la riqueza de la sociedad.

Hay que hacer referencia a la productividad personal como nuestra capacidad para conseguir, de forma individual, los resultados que buscamos de forma fluida, natural y sin estrés. La productividad personal nos ayuda a realizar de mejor forma las tareas y acciones que debemos desarrollar, gestionando el tiempo y los recursos disponibles de forma óptima.

Ahora bien, como Movimiento, nuestra tarea no es sólo trabajar la productividad en las aulas, sino con todos los actores que hacemos vida en Fe y Alegría. Como organización tenemos que trabajar una cultura productiva sobre el uso óptimo del tiempo de trabajo, detectar y trabajar los factores que disminuyen la productividad en el día a día como el exceso de reuniones formales e informales, los viajes innecesarios, la escasa o defectuosa implantación de tecnologías, el ausentismo, entre otros son factores que pueden ayudar a crear una cultura orientada a la productividad y que nos permitan ser más productivos en todos los procesos. Por ejemplo, si se realiza un informe que se haga en el menor tiempo posible, con la menor cantidad de papel y tinta, por decir algunos materiales, y que su contenido sea de la más alta calidad posi­ble. Implica estimular y valorar el objeto o el servicio elaborado con excelencia, reconociendo el esfuerzo individual y colectivo que implica su logro. Para Fe y Alegría esto implica lograr la triple rentabilidad: social, medioambiental y económica.

En este énfasis, creemos que es necesario un cambio en el ethos del ciudadano, que le permita ver el sentido del trabajo productivo como una fórmula de progreso personal. Esto sólo puede lograrse, si y solo si, los estudiantes en los centros educativos trabajan líneas de producción de bienes o servicios, a la par que proyectan sus habilidades hacia un beneficio social, hacia la transformación comunitaria, lo cual impone otro desafío a nuestra propuesta educativa: que los centros de formación se vinculen productivamente con las comunidades del entorno.

Hablar de productividad, en un contexto educativo, puede resultar a primera vista un tanto complejo por la connotación económica del término y por lo intangible que aparenta ser el hecho educativo. La produc­tividad en educación se refiere a su calidad y al progreso de la sociedad por la cantidad de personas que se benefician de ella.

Según Valle (s.f), dadas sus características, la productividad en la educación no debe ser entendida como un simple concepto abstracto, sino como un hecho que se concretiza de manera evidente cuando distingui­mos en ella una productividad económica, otra técnica y una tercera de carácter social.

La productividad económica determina la capacidad de la escuela o del sistema educativo para acercar los beneficios de la formación a las mayorías. De esta forma, la concentración y la descentralización de los servicios educativos tiene una relación estrecha con la expansión. Su incremento está íntimamente ligado a la inversión de capital y al rendimiento de los recursos humanos que emplea el sistema.

La productividad técnica resulta de los factores de la producción educativa, del grado de organización, del perfeccionamiento y eficacia de los medios y métodos utilizados y de la intensidad con que se utilicen en el trabajo escolar. Su rendimiento dependerá de la aplicación de los medios técnicos, de la calidad de la enseñanza y de los tiempos en que esta deberá impartirse. Por último, la productividad social significa la valoración de la escuela o sistema educativo por el grado de utilidad que presenta en el medio en que actúa. En esa productividad se combinan, por una parte, el conjunto de objetivos concebidos y que se aspira alcanzar y los logros efectivamente obtenidos y, por otra, el prestigio, la aceptación y la interacción de la escuela con la comunidad.

El mejoramiento de la productividad no consiste únicamente en hacer las cosas mejor: es más importan­te hacer mejor las cosas correctas.

La productividad tiene tres diferentes dimensiones: el pensamiento, la acción y el 

sentimiento. La productividad referida a la esfera del pensamiento se manifiesta en la comprensión del mundo a través de la razón y la verdad. La productividad respecto a la

esfera de la acción se manifiesta en el trabajo productivo, es decir, en la labor realizada para su propio bienestar y el de los demás; y en la esfera del sentimiento, la orientación

productiva se expresa a través del amor, esto es, del sentimiento de unión con los

hombres, con el trabajo y con la naturaleza. Sólo se puede hablar de un acto

productivo cuando el «yo interno» la acción realizada por el «yo», y el destino de esa

acción, son un todo único e indivisible.

Erich Fromm

Algunas ideas para incorporar la cultura de la productividad y el emprendimiento en el Programa Escuelas de Fe y Alegría

Fe y Alegría quiere educar en la productividad y el emprendimiento, lo cual pasa primero por asumir organizativamente esta cultura y que ella se traduzca en innovaciones continuas en los contenidos, la orga­nización de las escuelas, los modos de gestionar didácticamente el aula y la relación con nuestro entorno: estudiantes, familias, comunidades, empresas y las instituciones de la sociedad.

El camino a la cultura de la productividad conlleva prioritariamente que tomemos conciencia y reconoz­camos la necesidad de la mejora. Luego, que se construyan y den las condiciones para desarrollar las accio­nes que se consideran necesarias, para finalmente, convencidos de la necesidad y de su viabilidad, ejecutar efectivamente los planes de mejora. En este camino debemos permanente preguntarnos: ¿cómo organizar mejor los procesos internos mejor?, ¿qué tipo de formación personal y colectiva necesitamos realmente?, ¿cómo planificar el día a día mejor?, ¿cómo comunicarnos? Para ello necesitamos promover individual y colectivamente la cultura del emprendimiento, de la creatividad y de la innovación.

A continuación se presentan algunas acciones que se considera pueden comenzar a implementarse para fomentar e incorporar esta cultura en el Programa Escuelas de Fe y Alegría.

  • A nivel nacional y regional

Fase I: Crear un clima para incorporar la cultura de emprendimiento y productividad

– Sensibilizar sobre la importancia de construir y fomentar una cultura de innovación, emprendimiento y productividad en todos los niveles del Movimiento, favoreciendo su integración en los centros educati­vos.

– Revisar, elaborar y actualizar, según sea el caso, las experiencias que se están desarrollando en Fe y Alegría para la formación en inteligencia emocional, creatividad y emprendimiento para cada nivel educa­tivo y diagnosticar las necesidades de dotación de recursos que viabilicen la propuesta.

– Revisar, elaborar y actualizar, según sea el caso, las experiencias que se están desarrollando en Fe y Alegría para la ejecución de proyectos educativos productivos, ideas de negocios y unidades emprendedo­ras de aprendizaje.

– Sensibilización hacia el autoempleo y la creación de empresas para despertar el interés hacia esta forma de empleo y propiciar comportamientos emprendedores entre el colectivo.

Fase II: Persuadir y formar al personal de Fe y Alegría

– Promover un estilo de liderazgo organizacional que genere en la comunidad educativa un compromiso con el proyecto educativo comunitario, su visión, el trabajo con mentalidad proactiva y la optimización de todos los recursos.

– Fomentar acciones de comunicación y difusión sobre los conceptos de innovación, productividad y emprendimiento para informar a las comunidades educativas y favorecer su participación, generando es­pacios de diálogo entre los actores.

– Desarrollar procesos de formación que permitan a todas las instancias de Fe y Alegría contar con los conocimientos necesarios para identificar y desarrollar capacidades innovadoras, emprendedoras y de productividad.

– Desarrollar procesos de formación y reflexión en los docentes sobre la vinculación entre el empren­dimiento, la creatividad y la innovación, como elementos fundamentales del desarrollo personal y social.

– Elaborar materiales educativos para los docentes, adecuados y articulados para el trabajo de la creatividad, la inteligencia emocional, la innovación, el emprendimiento y la productividad.

– Producir materiales educativos sobre: proyectos educativos productivos, ideas de negocios y unidades emprendedoras de aprendizaje.

– Desarrollar la formación específica de los docentes para el desarrollo y la elaboración de proyectos educativos productivos e ideas de negocios.

Fase III: Implementar la cultura de la productividad y el emprendimiento de manera sostenida

– Reconocer e integrar valores de productividad y emprendimiento en los proyectos institucionales de las escuelas de Fe y Alegría.

– Incorporar en los planes institucionales los principios y valores que hagan parte del proyecto de vida de los integrantes de la comunidad educativa, de la cultura de productividad y emprendimiento, con perspectiva de desarrollo sostenible.

– Implementar e impulsar en los centros educativos acciones para el cuidado, preservación y utilización óptima de los recursos.

– Implementar acciones que coadyuven en la obtención de diferentes recursos para el mejoramiento de los establecimientos educativos y sus planes de mejora.

– Promover acciones que permitan la participación de toda la comunidad y la constitución de grupos de trabajo interdisciplinarios para abordar las problemáticas sociales en los contextos donde nos encontramos.

– Favorecer prioritariamente en los estudiante: el desarrollo de conocimientos y capacidades para pla­near y gestionar procesos; desarrollar la autonomía, la autoestima, el sentido de pertenencia, la asociativi­dad, la cooperación y la solidaridad social; cuidar el ambiente; innovar, crear e inventar.

– Los equipos directivos deben fomentar la generación de redes y espacios de vinculación con empre­sas, microempresas, universidades, parques tecnológicos, entidades financieras, entre otros.

– Elaboración de un plan de valoración realista y comedido de los resultados obtenidos, que no se centre únicamente en lo cuantitativo (número de empresas creadas) sino que tome en cuenta también comporta­mientos participativos, actitudes productivas y emprendedores generadas entre el alumnado participante, docentes, equipos directivos y personal en general, en las diversas acciones llevadas a cabo.

– Realizar actividades que permitan el intercambio de conocimientos, experiencias y necesidades con el entorno socio-económico de las escuelas y de otras instancias de Fe y Alegría.

– Visibilizar y reconocer el papel de las personas e instituciones emprendedoras en el contexto de las zonas y de las escuelas.

– Incorporar, de acuerdo con los niveles y según las estrategias que se establezcan, la formación de los estudiantes en las competencias y las actitudes necesarias que favorezcan la innovación, el emprendimien­to y la productividad.

– Dotar de recursos económicos para la puesta en marcha de ideas de negocios o emprendimientos innovadores.

– Potenciar el trabajo en red entre escuelas y zonas de Fe y Alegría para la ejecución de ideas de nego­cios y puestas en valor de las buenas prácticas que permitan un desarrollo colectivo de las experiencias.

– Promover el intercambio entre las escuelas y zonas para el fortalecimiento de experiencias de inno­vación y emprendimiento.

– Creación, divulgación y aprovechamiento del portal educativo como soporte de recursos e informa­ciones sobre emprendimiento, innovación y productividad para Fe y Alegría.

– Divulgar y valorar las iniciativas emprendedoras y las buenas prácticas de las escuelas y de los estu­diantes.

– Reconocimiento y premiación de las experiencias de los estudiantes y de centros educativos, a fin de servir de referencia y estimular las actitudes emprendedoras y productivas.

– Vinculación y visitas a incubadoras de empresas y parques tecnológicos en los contextos donde esta­mos ubicados.

– Convocatoria de concursos y premios en innovación y emprendimiento en las escuelas, zonas y a nivel nacional.

A nivel de los centros educativos se proponen actividades específicas para de docentes, estudiantes y familias.

Reflexión final

Hoy las personas debemos reinventarnos constantemente para salir mejor parados en la nueva economía de la creatividad, la innovación y el emprendimiento del siglo XXI. Como quise explicarles en apartados anteriores, cada vez más gente trabajará en empleos que no existían cuando ingresaron a la escuela Prima­ria.

La revolución científica y tecnológica que trae las impresoras 3D, los robots, y el “internet de las cosas” hará desaparecer muchos empleos creando otros. Los carros que se manejan solos desplazarán a los taxis­tas, los drones comerciales reemplazarán a los camiones de reparto de paquetes de Domesa o MRW. Por lo tanto, surgirán nuevos empleos, como los controladores de los taxis que se manejan solos o los operadores de drones. Cada vez más serán menos requeridos los empleos industriales para realizar los trabajos manua­les repetitivos que caracterizaron el siglo pasado y serán más demandados los trabajos creativos. Nuestra generación la tuvo fácil: nosotros teníamos que “encontrar” un empleo. Pero cada vez más, esos niños y jóvenes que son nuestros estudiantes deberán “inventar” un empleo.

Debemos promover en nuestras escuelas y en el Movimiento en general, una cultura que estimule y valore la innovación. La mayoría de las grandes innovaciones surgen de abajo para arriba, gracias a una cultura del emprendimiento y de la admiración colectiva hacia quienes toman riesgos. Una clave funda­mental para crear una cultura de la innovación es instalar en la escuela, en la familia, en fin, en la sociedad, la idea de que el fracaso es muchas veces, la antesala del éxito. Hay que enseñarles a los niños, desde muy temprana edad, que los emprendedores más famosos del mundo tropezaron varias veces antes de triunfar y que el hecho de que fracase un emprendimiento no significa que fracase un emprendedor.

De igual manera significa que estimulemos una cultura donde el miedo a perder una oportunidad sea mucho mayor que el miedo al fracaso. Lograremos una cultura de la innovación el día en que nuestros estudiantespininos de emprendedores comenten sobre sus fracasos con la misma naturalidad y optimismo con que el cofundador de Whatsapp escribió sus tuits tras ser rechazado como empleado por las empresas Twitter y Facebook. En sociedades que castigan el fracaso, tenemos que crear un admiración colectiva hacia los emprendedores que toman riesgos, independientemente del resultado de sus proyectos (Oppen­heimer, 2015).

En la era de Google donde podemos acceder a información prácticamente sobre todo, en cualquier motor de búsqueda en internet, ya no es necesario que nuestras escuelas enseñen conocimientos, sino que enseñen a procesar información y a fomentar la creatividad. Valorar la capaciad individual de analizar y resolver problemas, y de aprender de sus fracasos.

Las escuelas que mejor preparen a los estudiantes para la realidad del siglo XXI son las que les dan buenas calificaciones, tanto por lo que logra en términos de conocimiento puro, como por su capacidad de resolver problemas, trabajar en equipo, perseverar en sus proyectos, tomar riesgos, aprender de sus fraca­sos y no dejarse amilanar por estos últimos.

Y para terminar hay una idea que, para mí, es fundamental: Fe y Alegría alcanzó sus 62 años y estamos comprometidos a seguir soñando y luchando por una educación de calidad, con alegría, atrevimiento, inno­vación, creatividad y mucha, pero, mucha esperanza, la cual se alimenta de los mínimos logros alcanzados y de la certeza de que los cambios sí son posibles.

Para que la educación sea trascendente tratemos, en cada detalle de nuestro quehacer, que quienes for­mamos parte de este Movimiento de educación popular integral entendamos que es infinita la diferencia que existe entre dar casi todo y… en darlo todo, es decir, lo mejor. Sentir pasión por lo que hacemos es el desafío que nos proponemos en el día a día, segundo a segundo. En pocas palabras “encontrar eso… des­cubrir nuestro elemento”. Eso es productividad.

San Ignacio de Loyola escribió “el bien cuanto más universal es más divino”. Esta frase nos invita a estar abiertos a una misión siempre más amplia. Es dar lo mejor de nosotros mismos, no importa las cir­cunstancias, ya que… no sabemos ni tenemos otro modo: es hacer las cosas y hacerlas lo mejor posible porque además… ¡eso nos produce gozo!