Bladimir Rodríguez, un maestro de generaciones
Si algo caracteriza la personalidad de este maestro que trabaja en la Escuela Básica “Fe y Alegría-El Manzanillo” (en el Municipio San Francisco, estado Zulia) es su mirada traslúcida y su sonrisa franca. No es un hombre de dobleces; por el contrario, siempre está dispuesto a ayudar, brindar palabras de aliento, mostrando cariño y respeto hacia todos. Es alguien íntegro. Hombre de aportes precisos que, al entregarse a su labor como maestro de Educación Física, ha sabido sembrarse en el corazón de los miles de estudiantes atendidos durante sus 5 décadas de labor docente. Es Bladimir Rodríguez, conocido cariñosamente como “maestro Lali”. En esta oportunidad conoceremos a un docente que, próximo ya a cumplir 70 años de vida, le ha dedicado 50 años al ámbito educativo venezolano.
MP: ¿Cuándo y cómo empezó a trabajar en el rol de maestro? ¿Cómo se integró a Fe y Alegría?
“Lali”: Siempre me gustó la actividad física; desde pequeño jugaba voleibol, básquet, softbol. Estudié en la Escuela Básica “12 de octubre”, soy egresado del Instituto Universitario de Mejoramiento Profesional del Magisterio (IUMPM) con el título de Profesor. He trabajado en distintos centros educativos: Colegio “Javier”, Escuela Técnica Industrial “Cap. Anselmo Belloso”, “Nueva Venezuela”, “La Rinconada”, en el liceo “Rafael Urdaneta” y aquí, en “El Manzanillo”.
Comencé como colaborador en la escuela “La Rinconada” de Fe y Alegría en el período escolar 1968-1969. La directora era la hermana Rosario. Estuve dos años allá, porque me gustaba lo que hacía.
Pero, volvamos un poco atrás. En una ocasión, estudiando Primaria en el “12 de octubre” llegó un grupo del Cuerpo de Paz a esta escuela y una voluntaria japonesa, Vicky Sumida, organizó un equipo de voleibol con el cual me involucré porque vivía en el barrio. Ya estaba funcionando el liceo “Rafael Urdaneta” y mi hermano mayor, Ernesto, trabajaba aquí. Cada vez que tenía tiempo libre venía a jugar con los muchachos del liceo, a practicar deporte. Eso era jugar y jugar todo el tiempo.
En 1971, la hermana Consuelo habló con mi hermano para que yo diera clases de Educación Física a los niños y niñas de la escuela. Acepté la propuesta y el 25 de febrero de 1971, comencé a trabajar en “El Manzanillo”. ¡Ya tengo trabajando 50 años en esta escuela! Paralelo a esto, cubría otras horas en el centro educativo “Nueva Venezuela”, también de Fe y Alegría.
Algún tiempo después, en 1975, debido a ciertas circunstancias, el docente encargado de Educación Física en el Liceo “Rafael Urdaneta” se retiró y asumí su carga horaria, de tal manera que logré concentrarme en un solo sitio de trabajo: en la mañana atendía a los estudiantes del liceo y en las tardes a los de Primaria, dado que ambas instancias comparten las mismas instalaciones. Trabajé de esa manera durante 20 años en el liceo, viviendo momentos muy gratos con todos mis compañeros, estudiantes y representantes. ¡Es enriquecedor observar cómo el niño y la niña a quienes les di clases en Primaria se convertían en adolescentes, manteniendo el vínculo de amistad, confianza y respeto! Y ver, con el paso de los años, cómo varios regresaban en calidad de profesores a laborar en el mismo sitio, como una especie de generación de relevo. Soy una persona muy amigable, que le gusta compartir lo que sabe, doy cariño y respeto y eso es lo que recibo. Mis padres me enseñaron que uno recoge lo que va sembrando en la vida.
Tuve la oportunidad de concursar y optar en 1995 por un cargo directivo en el Ministerio de Educación, el cual gané para integrarme al personal de la Escuela Técnica Industrial “Cap. Anselmo Belloso” (ETI) como coordinador docente en el turno matutino, mientras en la tarde seguía mi labor en “El Manzanillo”. Decidí renunciar al liceo “Rafael Urdaneta”, luego de 20 años de trabajo ininterrumpido.
Trabajando en la ETI me ofrecieron distintos cargos directivos en el sector público (la dirección de la institución, la supervisión del Municipio Escolar, entre otros…), pero eso significaba dejar la escuela: nunca acepté. Tenía la visión que eran cargos políticos, del tipo partidista. Yo no soy de ese tipo de persona. He aprendido que los cargos dados de esa manera no duran mucho: si hubiera aceptado cualquiera de esas propuestas al haber cambio de alguna autoridad, esta ubicaría a “su gente” para trabajar con ella y lo más probable era que me devolvieran a aula, solamente con algunas horas. Fe y Alegría es muy importante para mí. Insisto: tuve muchas oportunidades dado que me desempeñé como directivo del Colegio de Profesores del estado Zulia, del Club de Docentes, miembro de la junta calificadora de la Zona Educativa del estado Zulia, pero eso no era lo mío. Creo que uno está donde se necesita y quiere estar. ¿Si me arrepiento de esa decisión? Nunca lo he hecho; para mí, Fe y Alegría es mi escuela, mi vida, mi todo y le agradezco inmensamente lo que me ha dado. Le doy gracias a mis padres por todo lo que enseñaron, por tantas satisfacciones que me han dado sus lecciones.
La experiencia que fui viviendo en cada centro educativo me permitió adquirir una visión más amplia de lo que es la educación pública y privada en Venezuela. Como Fe y Alegría está en un continuo proceso de formación y actualización de su personal (esa es una de sus fortalezas) nunca me desvinculé del trabajo de aula, lo cual afianzó más el sentido de ser maestro.
MP: ¿Por qué optó por Fe y Alegría?
“Lali”: Fe y Alegría me llena, me da fe, produce alegría en mi vida. Mientras pueda seguir trabajando aquí, lo haré. Le pido a Dios salud para cumplir con mi compromiso. Pido a todos que conserven y cuiden a Fe y Alegría porque es algo especial, deben entender qué es, cuál es su significado para el país y, especialmente, para todos los niños, niñas y adolescentes que estudian en sus escuelas. Gracias al padre Vélaz por esa visión de educar y ayudar a los más desposeídos.
Cuando salí jubilado de la ETI y frente al problema de déficit de docentes dije en broma “bueno, ahora volveré a dar clases en bachillerato” y tomaron en serio mis palabras. Desde hace dos años soy docente de Educación Física en el “Rafael Urdaneta”, ¡como al inicio de mi carrera! ¡Volví a empezar!
MP: ¿Qué tan importante es la Educación Física para nuestros alumnos?
“Lali”: El docente de Educación Física es un amigo, un consejero y orientador. A veces nuestra área no es debidamente valorada por muchas personas, pero ella forma parte de la educación y de la vida de todos. El talento deportivo de algún niño o niña es detectado por ese maestro, por un entrenador y no todos tienen la visión o la capacidad de hacerlo y ayudar a desarrollar determinadas destrezas. Hacer deportes le permite a nuestros estudiantes estar al aire libre, jugar de manera coordinada, divertirse, competir de manera sana, compartir fuera del aula, asumir responsabilidades (por ejemplo, ser capitán del equipo de futbolito), etc. A todos los estudiantes les gusta el deporte. Nosotros no enseñamos únicamente las reglas del kikimbol o del voleibol: trabajamos también con la parte actitudinal, la afectiva, de los alumnos.
Durante todos estos años he creado lazos afectivos muy fuertes con todos (estudiantes y representantes) al extremo que, muchos ex-alumnos cuando me ven, me saludan con cariño, recordando anécdotas, consejos y regaños. ¡Incluso en muchas ocasiones he dado clases a sus hijos tanto en Primaria como en Bachillerato! ¡Lo que equivale a decir que he atendido dos generaciones!
Hace algunos meses tuve un problema de salud y mis compañeros iniciaron una campaña para ayudarme a través de las redes sociales. ¡No se imagina la sorpresa mía cuando una ex-alumna que vive en Malasia me escribió al enterarse de la situación! ¡Del otro lado del planeta! A veces, los maestros ignoramos hasta dónde trasciende nuestro trabajo y cómo nos sembramos en otras personas, porque ese que hoy es apenas un niño mañana puede ser un médico o un mecánico; la niña puede ser diseñadora o abogada… La vida es crecer y por eso debemos aprender a trabajar con amor dando amor.
MP: ¿Qué decir, en tiempo de pandemia, de la educación?, ¿hubo logros? ¿Cómo se enfrentó ese reto de educar desde la distancia?
“Lali”: La situación ha sido difícil. Tuvimos que aprender mucho. Hemos puesto el corazón en todo. El Covid-19 nos agarró de sorpresa. La educación a distancia permitió una mayor cercanía de los padres con sus hijos y con la escuela. Antes los representantes inscribían a sus muchachos y los volvíamos a ver solamente cuando se entregaban los boletines o si eran citados; no venían a preguntar cómo iban sus hijos en los estudios. Durante la pandemia se preocuparon más, venían a entregar las evidencias, a conversar con la maestra, buscaban ayuda para explicar las tareas… Hay más compenetración representante-maestro; incluso mayor organización. No abandonamos el proceso educativo ni el acompañamiento. El chamo aprendió a usar la tecnología al igual que sus padres. Todos los maestros demostraron disposición para aprender a mane jar esa tecnología. Nos preocupa mucho el hecho que no han inscrito estudiantes. La escuela debe mantenerse viva con sus alumnos. Para mí la pandemia ha brindado una gran oportunidad de rescatar la relación con la comunidad.
No ha sido un proceso fácil eso de educar desde la distancia, Fe y Alegría apoyó mucho para avanzar. Esperemos que este año escolar podamos continuar trabajando y mejorando cada día.
MP: ¿Cuáles han sido los aprendizajes y las dificultades que ha debido enfrentar en estos 50 años de labor docente?
“Lali”: Los aprendizajes son tantos que no sabría por dónde empezar, pero el más importante es esa sensación de saber que formo parte de la gran familia de Fe y Alegría. Nunca he tenido discrepancias que fragmenten la amistad con mis colegas, directivos o cualquier persona. Sé que en ocasiones regaño un poco fuerte, pero mis estudiantes luego reconocen que debía hacerlo, pues era por su bien. Me gusta bromear mucho, pero lo hago de manera respetuosa.
¿Qué he aprendido de mis estudiantes? Que necesitan mucho apoyo, cariño, motivación. Hay situaciones que me deprimen porque quisiera ayudarlos a resolver todos sus problemas y no puedo. Como me crié en el barrio, conozco a mucha gente y hay situaciones que dan lástima. Por ejemplo, hace poco tuvimos en la escuela un alumno agresivo, muy altanero, huérfano de madre, quien está al cuidado de su abuela. Tiene muchas carencias afectivas. La maestra Esther y yo nos dedicamos a trabajar con él y fue cambiando de conducta. Para ese muchacho soy una especie de padre, me saluda con mucho respeto, pide mi bendición y conversa bastante conmigo. Su padre y su hermano están en Colombia; uno le prometió que le enviaría dinero y el otro, un teléfono; sin embargo no han cumplido sus promesas y él se siente decepcionado al observar que su madrastra sí recibe dinero y lo gasta sin darle nada a él ni a su abuela. Quiere superarse, ser alguien en la vida, tiene el deseo de aprender, tiene aspiraciones. Se preocupa por cumplir con las tareas y, cuando no puede, me llama. “Es que mi abuelo se molesta cuando uso su teléfono porque le gasto el saldo y por eso no envié la tarea”. Quisiera ayudarlo de otra forma, además de escucharlo, apoyarlo en sus estudios, aconsejarlo, pero no puedo y eso me deprime. Conozco varios casos así: niños y niñas que quieren estudiar, pero, no cuentan con los recursos ni el apoyo necesario para hacerlo; lo hacen con mucho sacrificio.
MP: ¿Qué consejos le diría a los nuevos maestros, los que van iniciándose en ese espacio tan hermoso como es la educación?
“Lali”: Ante todo les pediría sinceridad, que le den cariño a los alumnos, que se entreguen al trabajo. Que vengan con “Vocación” y no con “Bocación”. Que tengan confianza en sí mismos; que ante los problemas en el aula pidan ayuda; que vengan a Fe y Alegría con una actitud solidaria, sencilla y dispuestos a dar el todo por el todo. No cualquiera es maestro. Que somos una familia grande apoyándonos continuamente. Pero, le recordaría continuamente que la gente confía en nosotros para educar a sus hijos y debemos hacerlo lo mejor posible.