(Movimiento Pedagógico Nº 3 – junio, 1994)
El tema de la evaluación es recurrente en todas las propuestas de innovación educativa, en los cambios curriculares, en los proyectos educativos y en la dinámica diaria del docente. Cuando leemos este artículo quedamos con la sensación de que nada ha cambiado, seguimos teniendo las mismas preguntas en la búsqueda de una evaluación que realmente se adecúe a los procesos de enseñanza aprendizaje que llevamos adelante. A ello le agregamos que nos enfrentamos a nuevos retos que nos obligan a repensar la evaluación en el marco de la multimodalidad.
La lectura de esta experiencia, aunque data de muchos años, será para ti muy cercana y te dará pistas para seguir reflexionando en torno a una evaluación que nos permita evidenciar los progresos de nuestros alumnos.
La experiencia diaria en el aula de clase nos aporta una serie de cuestionamientos que deben ser enfrentados con realismo y creatividad.
Uno de los aspectos que nos interpela frecuentemente es el proceso de evaluación en sus diferentes dimensiones y etapas. Inevitablemente surge la pregunta, ¿hasta qué punto es eficaz la evaluación que realizamos? Nuestros mecanismos de evaluación, en la mayoría de los casos, no detectan aquellos alumnos que tienen dificultades específicas, y los que deben seguir avanzando en su proceso; tampoco permiten sistematizar un plan que insista en la adquisición de habilidades y destrezas de acuerdo con el nivel de nuestros alumnos.
Esta situación adquiere matices importantes en los primeros años de Educación Básica, en especial, en el primer año.
El niño de primer grado viene de un proceso que parte del estudio de sus cualidades y necesidades, en forma global y específica; se encuentra luego con ambientes rígidos donde lo fundamental es guardar la disciplina y portarse bien porque ya está en primer grado donde recibirá notas. Es curioso observar cómo se rompe el ritmo en la adquisición de los conocimientos del niño, y más aún cómo la base de la evaluación es primordialmente cuantitativa.
Los educadores, a este nivel, difícilmente integran en forma correlativa la etapa de Preescolar y primer grado de Básica.
Situación real
¿De dónde parte nuestra experiencia? Los maestros que trabajamos en la primera etapa y de manera específica en primer grado sentimos la necesidad de dar una respuesta eficaz a la evaluación de los aprendizajes de nuestros alumnos. Debíamos enfrentarnos con dos retos: el primero, el sistema de evaluación cuantitativo de reconocimiento oficial, y el segundo con nuestras propias competencias profesionales.
Para dar respuesta al primero de los retos era necesario tomar decisiones a nivel institucional, preparar a los padres y representantes y sistematizar un proceso de evaluación en el que el alumno se constituye como sujeto de su propio aprendizaje en la adquisición de la lecto-escritura, del cálculo y del desarrollo de sus valores individuales y colectivos. En otras palabras, que los niños de primer grado sean evaluados de acuerdo al nivel de su proceso en la adquisición de conocimientos.
Como respuesta al segundo conformamos un equipo de estudio de tal manera que pudiéramos compartir nuestras experiencias de aula, con su logros y dificultades. Fruto de esta iniciativa es el perfil que elaboramos del maestro de primer grado, cuyos rasgos principales son: innovador, organizado, creativo, investigador, planificador, reflexivo, conocedor de las necesidades de los alumnos, con capacidad de riesgo, emprendedor, que sepa valorar al alumno en lo que es y en lo que hace, capacitado para facilitar los procesos cognitivos en organización psicológica y lógica.
Contexto
Nuestra experiencia se desarrolla en el centro educativo Fe y Alegría «Andy Aparicio» de la parroquia La Vega. Cuenta con dos años y medio de historia en la que se integra, de manera fundamental, la relación con la comunidad local. Muchas son las conquistas a través de un trabajo participativo y solidario para brindar a los niños y jóvenes una alternativa educativa que les forme en y para la vida.
Los proyectos de dotación y de infraestructura continúan siendo una fuerte lucha que requiere de organización, participación y solidaridad. Aunado a esta lucha, está la preocupación primordial por ofrecer una formación integral y eficaz desde y para la vida.
De aquí nuestra preocupación, una vez realizados los diagnósticos iniciales, de cómo evaluar el proceso de los alumnos en primer grado de la primera etapa. Luego de un año de experiencias con una sola sección, consideramos oportuno institucionalizar dicha experiencia, que fundamentalmente consiste en no asignar a las niñas y niños una evaluación cuantitativa durante los dos primeros lapsos del año escolar; esto nos da la posibilidad de atender los procesos individuales y grupales e implementar planes y programas que den respuesta a las necesidades reales, especialmente en las áreas de lecto-escritura y cálculo a nivel cognoscitivo, y al desarrollo de sus valores personales y sociales en el aspecto socio-afectivo.
Fundamentación teórica
Para nosotros como maestros implica liberarnos de tantos dogmas de enseñanza, empezando por creer que por tener muchos conocimientos teóricos ya estamos respondiendo eficazmente a los procesos en que el niño construye su conocimiento. Debemos hacer un esfuerzo sistemático para no seguir divorciando las experiencias significativas en que nuestros educandos aprenden y los objetos de conocimiento que les proponemos y evaluamos.
Usualmente evaluamos lo que consideramos que el niño debe saber, es decir, lo que le hemos enseñado, ignorando que el niño es constructor de su propio aprendizaje y que nuestro papel es facilitar ese proceso. Este rol debe estar sustentado por una praxis innovadora y creativa cuyo mejor termómetro es la adquisición o no de las habilidades y destrezas que capacitan a nuestros educandos de manera integral. En este sentido entendemos por facilitar «el acompañar al niño en el proceso de adquisición de conocimientos a través de la puesta en marcha de situaciones pedagógicas que promuevan el avance en dicho proceso».
Se trata de realizar actividades de evaluación y análisis del funcionamiento de cada una de las técnicas seleccionadas; esta evaluación debe ser permanente para permitir, entre otras cosas, la revisión continua del proceso.
En nuestra experiencia, un primer aspecto a evaluar son los productos, es decir, todos aquellos materiales que son el fruto, individual o colectivo, de las experiencias de aprendizaje de los alumnos. Esto sirve para evaluar destrezas, ya sea en el dibujo, la escritura, la expresión…: los niños deben ver sus producciones para poder hacer el esfuerzo de mejorar y formar parte del producto colectivo.
Otro aspecto importante es la evaluación de los conocimientos. Aquí hemos considerado importante el intercalar pruebas objetivas escritas, haciéndolas agradables a través de recursos como crucigramas, lotos, dibujos, rompecabezas, fichas de lecto-escritura, etc.
Si bien los aspectos anteriores son importantes, consideramos fundamental la evaluación de procesos. Este aspecto de la evaluación requiere aumentar las socializaciones que consisten, de acuerdo con Freinet, en un ambiente cooperativo, en el que no sólo se produce entre todos sino que todo cuanto se produce es de todos. A través de esta metodología podemos evaluar el avance en el manejo de procesos para seguir instrucciones, la apropiación del lenguaje académico y los conocimientos propios de cada asignatura.
En definitiva, ¿qué queremos evaluar? Al tomar esta iniciativa no cuantitativa de evaluación, optamos por una evaluación integral que considere los procesos y productos finales, a través de los cuales plasmamos horas de trabajo, la calidad de las destrezas desarrolladas, los contenidos asimilados, la participación de los padres y representantes y la cooperación del equipo de estudio a nivel de maestros. Los cambios de actitudes, los avances en responsabilidad y participación, la organización y la creatividad son otros aspectos a evaluar durante el proceso, Estos aspectos deben ser evaluados a diario de acuerdo con los grupos de trabajo. Las destrezas y conocimientos se evalúan de acuerdo al proceso que se esté llevando.
¿Qué te ha parecido?, ¿crees que es una experiencia que puede ser replicada?
Posiblemente has desarrollado en estos tiempos de educación a distancia procesos de evaluación que han resultado muy significativos y que vale la pena compartir con otros docentes. Cuéntanos y te ayudamos a difundirla.