De una Escuela para Padres a una Escuela de Padres

(Movimiento Pedagógico Nº 43 – octubre, 2008)


Para los educadores populares de Fe y Alegría es vital conocer y trabajar de manera directa con las familias, así como crear espacios de encuentro con las fuerzas vivas de la comunidad para buscar, de manera articulada, posibles respuestas a los problemas que nos afectan, atendiendo de esta manera las realidades y problemáticas a lo interno de las familias de nuestros estudiantes y en el marco de la vida de las comunidades donde trabajamos.

Zuly Colina y Trino Chirino, autores de esta experiencia, nos presentan cómo en el Zulia, desde el año 2002 a través del Equipo Zonal de Pastoral Familiar, se trabajó para trascender de una Escuela para Padres a una Escuela de Padres, donde las madres, los padres y/o los responsables con los que viven los estudiantes (abuelos, tíos, entre otros…), contaran con un espacio de reflexión, diálogo, escucha, formación y celebración, en el marco de una línea de acción de la escuela, asumida desde el Proyecto de Centro por todo el personal.

Esta experiencia resulta significativa pues nos muestra la concreción de un proceso de acompañamiento a padres, madres y representantes a través del Grupo de Orientación Familiar (G.O.F.), donde familias, institución y personas se fortalecen y crecen, en diversas dimensiones. Los invitamos a descubrir cómo la U. E. “Rutilio Grande” ha vivido los encuentros, cuáles han sido sus desafíos, dificultades y logros.

Para Fe y Alegría – Zulia ha sido una constante la preocupación por vin­cularnos con las familias de nuestros alumnos como elemento esencial en su educación: desde hace años se han realizado numerosas actividades tendentes a lo­grar el acercamiento con los padres y represen­tantes (PP y RR, como comúnmente se les llama). Sin embargo, queriendo llevar un proceso más significativo y de mayor impacto, decidimos en el año 2002 conformar el Equipo Zonal de Pastoral Familiar, donde diversos miembros del personal directivo y docente se han dedicado a analizar y discutir en torno a las dificultades que se presen­tan en los centros. Luego de reflexionar en co­lectivo e intercambiar opiniones, consideramos fundamental:

  • Que tanto padres como representantes des­cubran que los hijos e hijas deben ser su prio­ridad.
  • Unificar criterios entre la escuela y la familia para educar a los niños, pues algunas veces reciben mensajes incoherentes: en la escuela les decimos algo y al llegar a sus casas el men­saje no sólo es diferente sino, muchas veces, contradictorio.
  • Comprender la realidad familiar de nuestros estudiantes: en Fe y Alegría no podemos ha­blar únicamente de padres y madres, dado que muchos de nuestros alumnos viven con otros familiares o con personas con las cuales no poseen ningún tipo de parentesco.
  • Brindar a padres y representantes espacios de encuentro para intercambiar experiencias, contar sus errores y dificultades al educar a sus niños y niñas.
  • Apoyar a los alumnos y alumnas con mayores dificultades en la escuela, dadas las condicio­nes conflictivas que deben enfrentar en el ámbito familiar.
  • Romper con la creencia de que educar es una labor exclusiva de la escuela; que los padres y representantes están para “mantener” a los hijos, para cubrir sus necesidades, mientras lo formativo es responsabilidad de la institución.
  • Para establecer un trabajo conjunto familia – escuela, esta última tiene que hacer posible ese encuentro.

En ese entonces decidimos organizarnos para ofrecer a los PP y RR una alternativa de forma­ción que, basada en el Ideario de Fe y Alegría, les permitiera adquirir herramientas para ayudar en la formación de sus hijos. Analizamos la posibili­dad de lo que se llama comúnmente una Escuela para Padres, sin embargo, pensamos que no era exactamente lo que queríamos: ¿por qué no pen­sar en una Escuela de Padres? Desde esas dos inquietudes surgieron algunas ideas que se con­virtieron en criterios para la acción.

Los criterios base de la pastoral familiar

  • Sentíamos y estábamos decididos a construir una propuesta de organización participativa, cuyo punto de partida fuera la experiencia de los PP y RR, descubriendo desde allí sus de­bilidades, fortalezas y los cómos que necesi­taban para educar a sus hijos. Esto es debido al hecho de que cuando hablamos y pensamos en una Escuela para Padres, normalmente caemos en el error de comportarnos como en la escuela tradicional: unos padres que vienen a escuchar una charla (clase) acerca de cómo deben tratar a sus niños, generalmente des­de el punto de vista de un “profesional” con quien la mayoría de las veces no se identifican. Es necesario favorecer la participación de tal forma que, poco a poco, los miembros del gru­po adquieran habilidades para preparar las reuniones hasta que, en una fase del proce­so, sean ellos mismos quienes las puedan lle­var adelante. En esos primeros momentos se estaba consciente, desde Fe y Alegría–Zulia, que no sería una propuesta para la totalidad de los PP y RR de cada escuela: la idea era or­ganizar un equipo en cada una que, formán­dose desde la experiencia, llevara adelante la Pastoral Familiar y que, a mediano plazo, el impacto alcanzara a otros PP y RR.
  • Además, consideramos importante que cada grupo de PP y RR seleccionara un nombre para identificarse; este debe motivar y des­tacar el énfasis de la propuesta brindada. Por ejemplo, en Fe y Alegría – Zulia tenemos una gran diversidad como: Grupo de Orientación Familiar (G.O.F.) en “Rutilio Grande”; Familias Unidas en un solo corazón en “Juan XXIII”; Conversando en Familia en “Monseñor Ro­mero” y Talleres para Padres en el liceo “Ra­fael Urdaneta”, por mencionar algunos.
  • Otro aspecto que consideramos indispen­sable era el apoyo del director(a) de manera visible y explícitamente, tanto en las activida­des como en los encuentros del grupo. Hemos comprobado que esto influye de manera radi­cal en la motivación de los participantes.

¿Qué pasos vamos a dar?

Si bien cada centro educativo posee una diná­mica y una realidad muy concreta, las inquietu­des de los PP y RR usualmente siempre son las mismas. Debido a esto, es necesario conocer el contexto familiar de nuestros alumnos: visitar­los es fundamental para elaborar un diagnóstico que describa quién o quiénes viven con ellos/as, cuántos viven solamente con su padre y cuán­tos lo hacen únicamente con su mamá, qué otras personas integran el grupo familiar, situación la­boral de la familia, entre otros aspectos que se consideren importantes. También hay que con­vocar a los padres o representantes que pudie­ran integrar el grupo (aquellos que con mayor frecuencia asisten al centro) y organizar la pri­mera reunión para “venderles” la idea. Un año después (2003) evaluamos los pasos seguidos y nos interpelamos sobre cuál sería el camino a seguir por parte de la Pastoral Familiar de Fe y Alegría – Zulia, surgiendo varias ideas, confir­maciones, necesidades y elementos importantes que guían en estos momentos el proceso.

  • No puede ser, en un primer momento, una propuesta abierta para todos: hay que comen­zar con los PP y RR que van todos los días (o con mayor frecuencia) a la institución. De ahí surgirá el equipo promotor y, luego, progresi­vamente, se irán incorporando los demás. Lo ideal es comenzar con los representantes de Educación Inicial (en aquellos centros que im­parten este nivel), proseguir después con la I Etapa de Básica para asegurar la continuidad de la experiencia en el tiempo.
  • Existe en los padres y madres una necesidad de ser escuchados: es necesario buscar y crear un espacio de reflexión, diálogo y escu­cha para ellos.
  • El proceso de Pastoral Familiar está en manos de los representantes; nosotros (maestros, directivos, coordinadores) somos únicamente acompañantes.
  • Es importante la constancia de los acompa­ñantes. No podemos comenzar un proceso para luego abandonarlo, por eso debe ser una decisión del equipo directivo de la institu­ción. Es indispensable que el trabajo sea de un grupo, de manera que no recaiga en una sola persona y garantizar así la continuidad. Ade­más debe ser una línea de acción de la escue­la, asumida desde el Proyecto de Centro por parte de todo el personal.
  • Algunas veces las reuniones decaen porque se hacen rutinarias y los representantes van solamente a escuchar. Es importantísimo con­vertirlas en espacios dinámicos, participati­vos, tomando en cuenta sus intereses y nece­sidades. Mantener un estilo de reuniones que, al permitir la participación activa, proporcio­ne satisfacción; que sirva de crecimiento per­sonal no solamente como padres sino como personas.
  • Brindar a los representantes la posibilidad de que exista un equipo para atender a los niños mientras ellos están en las reuniones.
  • Es importante que las invitaciones sean ela­boradas por los alumnos y alumnas. Esto le imprime una mayor fuerza a la invitación.
  • El centro debe propiciar el espacio para las reuniones de planificación en las que partici­pen los acompañantes y los representantes.
  • Insistir en que los equipos sean más de reo­rientación familiar que Escuelas para Padres, favoreciendo la conversa y motivando las propuestas en la búsqueda de solución para resolver sus problemas.
  • Ver el proceso por fases y planificarlo de esa manera, respetando el ritmo de crecimiento del grupo.
  • Extender la invitación al personal del centro, de manera que se integren como otro padre o madre más.
  • Realizar intercambios de experiencias inter­centros.
  • Es importante evaluar permanentemente el proceso, de tal forma que se pueda reorientar si es necesario: hay que registrar logros, avan­ces, dificultades, debilidades.
  • Lograr que el grupo tenga conciencia política del asunto, entendiéndose política como bien común.
  • Mantener la escuela como el espacio estable­cido para las reuniones; utilizar las casas para los festejos cuando haya ofrecimientos volun­tarios.
  • No hay que desanimarse si en esas primeras reuniones no asisten los papás y mamás jun­tos. Permitir e incluso motivar la incorpora­ción de los miembros con los cuales vive el alumno, así no sean sus padres (como abuelos, tíos, entre otros), tomando en cuenta la reali­dad familiar de nuestros muchachos.
  • El grupo nace no sólo con lo que el represen­tante propone, sino con lo que nosotros pro­ponemos, por ejemplo, en el aspecto de la fe.

El Grupo de Orientación Familiar (G.O.F.), una experiencia significativa

El barrio “Estrella del Valle” está situado en una zona marginal del Municipio Maracaibo. Sus habitantes se ganan el sustento mediante el trabajo informal, conviviendo con la insegu­ridad, los malos servicios públicos y el consumo de drogas. Hay muchas familias desintegradas y, a excepción de una cancha deportiva construida recientemente, no hay ningún otro espacio re­creativo en la zona.

“Estrella del Valle” está rodeado de otros ba­rrios marginales con mayores problemas socio-económicos y culturales, lo cual ha generado que muchos niños y jóvenes hayan abandonado sus estudios: algunos por bajo rendimiento aca­démico, otros por preferir estar ociosos, aque­llos obligados por las circunstancias familiares (contribuir con el ingreso familiar, cuidar a sus hermanitos mientras los padres trabajan); estos, sencillamente, porque no han tenido la dicha de ingresar al sistema escolar por escasez de cupos.

Hace algunos años Fe y Alegría, dispuesta a desarrollar su propuesta educativa, creó en ese barrio la escuela “Rutilio Grande”, que se propu­so ser una institución educativa de calidad que respondiera a las necesidades e intereses de la comunidad. En este sentido, hemos implementa­do diversas actividades y programas para aten­der a los jóvenes y familias que viven en “Estrella del Valle”: funciona el Programa de Centros de Capacitación Laboral (CECAL) para atender a los jóvenes desescolarizados; tanto exalumnos, como otros estudiantes y personas del barrio, tienen acceso a nuestra biblioteca; hemos orga­nizado actividades deportivas donde participan las familias mientras nos esforzamos en “arro­par” las diversas actividades que se desarrollan en las aulas, con una pedagogía basada en valo­res cristianos, ciudadanos y comunitarios.

Cuando decidimos organizar el G.O.F., nues­tro principal objetivo era fortalecer la escuela para padres y madres, bajo la modalidad de la orientación familiar, con el apoyo de docentes y directivos de la institución. Eso sucedió hace seis años, tiempo en el cual hemos vivido dos etapas importantes: en un primer momento (2002 – 2005) el director del plantel asumió la coordina­ción de la propuesta y posteriormente, a partir del 2006, apoyado por un equipo de docentes, esta fue reorientada y se fortaleció.

El número promedio de asistentes es de 15 personas, aunque hemos realizado reuniones donde participan hasta 40 personas y más: hay quienes vienen y van, otros se han mantenido, algunos han llegado y se han ido. Es importante señalar que dichas reuniones son semanales (se realizan los días jueves de cada semana).

Con la intención de ir formando la costumbre, hacemos dos tipos de invitaciones: una sema­na es escrita y otra semana la invitación es oral. ¡Indudablemente, las veces que más asisten es cuando enviamos la invitación escrita! Como es­tamos poniendo énfasis en los representantes que tengan alumnos en la I Etapa, las invitacio­nes escritas no llegan a los representantes de la II; sin embargo, muchos se enteran y asisten a las reuniones. Estas se realizan en dos grandes gru­pos, el de los adultos y el de los niños y niñas: los primeros se reúnen para reflexionar sobre temas relacionados con la realidad familiar, siguiendo diversas metodologías (como los estudios de ca­sos, reflexiones de películas, canciones, lecturas, conversaciones con especialistas, etc.). Sus hijos se reúnen también para realizar actividades re­creativas, dibujos, juegos y reflexionan también sobre la familia, e inclusive, en momentos espe­ciales, como el Día de las Madres, los pequeños preparan sociodramas y canciones para home­najearlas.

Las reuniones se desarrollan en un ambiente agradable, donde no falta el café mientras los representantes llevan galletas, refrescos, tor­tas y besitos (galletas de coco) para compartir. Siempre se inicia con una oración, dando gracias a Dios por el encuentro; luego tratamos el tema de reflexión bajo diversas modalidades y, por último, hacemos el compartir. Normalmente, las reuniones se extienden dado que los temas se abordan con mucha emoción y desahogo y el ambiente no se puede atropellar. Existe confian­za, privacidad y respeto en estas reflexiones. Al final de cada reunión, durante el compartir hay chistes, anécdotas y mucha alegría. Si alguien ha cumplido años, se parte la torta y se brinda.

Evaluando la experiencia

Es permanente la evaluación que hacemos de las actividades planificadas para el G.O.F. Por ello, brevemente, resaltamos las siguientes:

Con nuestros alumnos y alumnas: Hay un in­terés manifiesto por asistir a la escuela y a las sesiones del G.O.F. Los niños y niñas aprecian y se alegran de la presencia y participación de sus padres en el grupo.

A nivel de las familias: Hay una reducción en cuanto al maltrato físico y verbal de los padres hacia los niños, mejorando su comunicación. Se ha consolidado la unión familiar: se evidencia más respeto en la relación de pareja, además de una mejor comprensión a los niños. Aunque en el G.O.F. participan más madres que padres, éstas les informan y comentan sobre lo planteado en cada una de las reuniones realizadas. La familia en su complejidad se da cuenta de los cambios en uno o más miembros del grupo familiar. Los miembros del grupo buscan a Jesús y la palabra de Dios para obtener fortaleza; algunos padres y representantes buscan ayuda profesional para resolver sus conflictos. Otras parejas se quieren casar.

A nivel de la institución: Participar en el G.O.F. permite relajarnos y compartir nuestras inquie­tudes. Nos hemos convertido en un espacio de referencia para otras escuelas, quienes desean conocer y replicar nuestra experiencia. Valora­mos mucho el interés, permanencia y compro­miso de un grupo de representantes, al igual que la participación de los especialistas para adquirir nuevos conocimientos. La escuela entra en la in­timidad familiar de los padres y representantes. Tenemos un mejor conocimiento del entorno familiar de nuestros alumnos. Es gratificante la animación, incorporación y compromiso del per­sonal directivo y docente de la escuela en cada reunión. Nuestro personal se ha humanizado ante las situaciones familiares de los estudian­ tes. También consideramos un gran logro que el G.O.F. sea un espacio para conocer la versión y opinión acerca del funcionamiento de la institu­ción (en el aula, del maestro y la escuela en ge­neral). Además, como resultado de los distintos encuentros realizados hasta ahora, el G.O.F. ha logrado una recopilación de música con mensa­jes alusivos a la familia y grabaciones de testimo­nios.

A nivel general (familia, institución, perso­nas): Sentimos que hay crecimiento espiritual en el colectivo. Se comparten problemas, plantean­do posibles soluciones y alternativas, apoyando a los PP y RR.

¿Cuáles han sido las dificultades?

No todo es perfecto: el G.O.F. no tiene recur­sos particulares asignados; su principal recurso ha sido la voluntad, convicción y creatividad de algunos docentes, de los padres y madres partici­pantes y del director del plantel. El brindis que se hace semanalmente es un aporte personal de los asistentes, producto de su organización. Los ni­ños que acompañan a sus PP y RR son atendidos por la bibliotecaria, quien distribuye su horario para apoyar la propuesta. Incluso, algunos de los especialistas que han sido invitados a participar en el G.O.F. lo han hecho de manera desintere­sada. Carecemos de un espacio apropiado para realizar las reuniones, aunque eso no ha sido un obstáculo para suspender las actividades.

Entre los retos…

Se tienen ciertas proyecciones a largo y me­diano plazo como: buscar especialistas para orientar tanto a los padres como a los niños en la formación de valores; obtener un fondo común, es decir, recursos financieros para adquirir ma­teriales pedagógicos, deportivos y de formación; convertirnos todos en facilitadores y multiplica­dores del G.O.F.; diseñar y distribuir folletos in­formativos en torno a la labor que se desarrolla; realizar convivencias y encuentros de PP y RR; lograr la asistencia del padre dentro del grupo; diseñar y brindar un espacio para que los ni­ños también puedan desahogar sus problemas, orientándolos en la solución de los mismos (apo­yándonos en algunos especialistas); organizar paseos, encuentros formativos y recreativos con otras instituciones donde participen nuestros alumnos.

Por otro lado, en estos momentos, Fe y Ale­gría–Zulia está diseñando el Proyecto de Pasto­ral Familiar de la zona, donde se incluirá la elabo­ración de un Manual sobre los pasos que desde la experiencia hemos descubierto como válidos y en el cual se brindan pistas o sugerencias para la conformación de los grupos en los centros educativos, desde la diversidad y pluralidad exis­tente, incluyendo sus realidades.

Culminada la lectura de esta significativa experiencia, piensa…

Si estuvieras conversando con el actual director/a de la U. E. “Rutilio Grande”, ¿qué le recomendarías para superar las dificultades?, ¿qué nuevos elementos integrarías a los momentos de encuentro del G.O.F.?

Si tuvieses la responsabilidad de liderar, junto a un equipo, una propuesta de acompañamiento a padres, madres y responsables, ¿qué debes garantizar? ¿qué alianzas pudieras establecer?