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La enseñanza desde la educación multimodal: ¿Cómo propiciar el intercambio de saberes?

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La vía educativa que ha permitido la prosecución de los procesos pedagógicos en medio de la pande­mia por el Covid-19 ha sido la educación a distancia (EaD). Es notorio que los centros educativos han buscado la mejor forma de atender esta realidad de estudios desde casa, aplicando las estrategias y herramientas que mejor se adapten a las necesidades de los estudiantes, del docente y del centro educativo como tal.

En este punto, Fe y Alegría-Venezuela apostó por una educación multimodal (guías de aprendizaje, lla­madas telefónicas, mensajes de texto, correos, muros escolares, grupos de WhatsApp, aulas virtuales, entre otras), es decir, una enseñanza a distancia basada no solo en la tecnología digital, sino también en otras he­rramientas para facilitar la atención y acompañamiento a los estudiantes y sus familias durante la cuarentena por el Covid-19. Una de las razones de esta decisión fue que en el informe presentado por el programa Escuela (Fe y Alegría, 2020) se señalaba que de 105.227 estudiantes atendidos en las escuelas hasta febrero y luego, al ser decretada la pandemia (marzo) no se había podido establecer contacto con unos 24.799 alum­nos, aproximadamente, por no contar estos con recursos tecnológicos como teléfonos inteligentes, tablets o computadoras, o por habitar en sectores de difícil acceso donde no llega la señal de las empresas telefónicas.

Era necesario buscar alternativas, dado que esos 24.799 alumnos representaba casi una cuarta parte de la población estudiantil que se estaba atendiendo hasta ese momento. Fe y Alegría no deseaba que nadie se quedara fuera del sistema educativo.

La meta que se fijó Fe y Alegría fue llegar al 100 % de sus estudiantes y por eso abrió el abanico de opciones considerando tanto la realidad socioeconómica de sus estudiantes y participantes, como la diversidad de programas que desarrolla; no es lo mismo atender a un estudiante de Primaria que a uno de los Institutos Universitarios o del programa Capacitación. El objetivo principal de Fe y Alegría es la constante evaluación y seguimiento que hace de los distintos procesos para mejorarlos, corregirlos en la marcha.

Bajo este sistema para mediar la enseñanza y el aprendizaje, los maestros y docentes de las distintas áreas y niveles académicos han tenido que enfrentar un gran reto: asumir una educación a distancia sin las condiciones, las herramientas y la preparación adecuada, ya que nadie esperaba este cambio tan abrupto. Muchos comenzaron a enseñar de manera remota con los conocimientos -algunos muy escasos- que tenían sobre esta modalidad siguiendo la dinámica de ensayo y error, probando y descartando acciones dentro de sus propias limitaciones para indagar y descubrir qué les funcionaba mejor con sus estudiantes.

Otros se sumergieron en un proceso acelerado de autoformación con documentación precisa, en foros y talleres intensivos para seguir atendiendo la educación de miles de niños, niñas, jóvenes y adultos, sin men­cionar el número de madres y padres que asumieron el compromiso de acompañar el proceso de aprendizaje de sus hijos en el hogar sin ningún conocimiento en la tarea de enseñar, guiados en algunos casos por su experiencia personal enmarcada, en la mayoría de los casos, por los principios de la vieja escuela.

Entonces, ¿cómo generar saberes bajo esta modalidad de enseñanza? En el presente artículo trataremos de dar respuesta a esta inquietud.

Fe y Alegría ante la educación multimodal

La experiencia educativa durante la cuarentena ha dejado en evidencia que no pueden aplicarse las mis­mas estrategias pedagógicas en todas las modalidades aunque busquen los mismos resultados. La EaD no es

un calco de la educación presencial, más bien busca destacar los saberes esenciales sobre un área en especí­fico y no atiborrar de contenido a los estudiantes.

Como consecuencia de ello, la EaD trata de dar respuesta a las realidades de la sociedad que el sistema escolar tradicional no logra abarcar por sí solo: anteriormente era una alternativa para aquellas personas que, por diversas razones, no podían continuar con la prosecución de sus estudios de manera presencial. Ante el actual panorama, debido a la pandemia, todas las instituciones educativas han tenido que migrar a esta modalidad o combinarla con la modalidad presencial, contando o no las herramientas necesarias para desarrollarla.

En Venezuela se han venido desarrollando experiencias educativas a distancia, siendo necesario destacar que una de ellas la liderizó en su momento Fe y Alegría con su propuesta educomunicativa para formar a las personas a través de su red de emisoras a nivel nacional. Pero son los centros de educación universi­taria quienes han tenido mayor oportunidad de aplicar esta modalidad, entre ellos podemos mencionar la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), específicamente el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, seguidamente de la Universidad Nacional Abierta (UNA) y los programas de educación a distancia de la Universidad Simón Bolívar (USB). Estas instituciones fueron las primeras en el país que emplearon una modalidad bimodal de estudios, al comprobar que la educación tradicional se había visto influenciada por el desarrollo tecnológico, por lo cual se atrevieron a experimentar con nuevas formas de enseñanza.

Sin embargo, aunque la tecnología avanza y se actualiza con el paso de los años, las condiciones para la formación docente en Venezuela empeoran cada día más, en especial la formación on line, ya que muchos educadores no cuentan con acceso a Internet, dispositivos electrónicos e incluso con un buen servicio eléc­trico. En vez de ir avanzando, las posibilidades de una formación a distancia siguen un proceso inverso. La crisis humanitaria compleja que padece el país hace ver hace 20 años atrás como una época con mayores oportunidades para la formación a distancia que la actual, pese a que en dicha época se contaba con menos herramientas digitales.

En medio de esta situación y siendo fieles al Ideario, que nos invita a “Promover la formación de hombres y mujeres (libres) nuevos, conscientes de sus potencialidades y de la realidad que los rodea, abiertos a la trascendencia, agentes de cambio y protagonistas de su propio desarrollo”, Fe y Alegría-Venezuela adop­tó como una modalidad de EaD la denominada educación multimodal, que tiene como principal finalidad cerrar brechas y llegar a la mayoría de los estudiantes y participantes de los distintos programas (Escuela, IRFA, Capacitación y Educación Universitaria) a través de una modalidad de educación incluyente, donde la diversidad de recursos y herramientas disponibles son el puente pedagógico entre docentes y educandos. Con esta forma de atender la educación de niños, niñas y jóvenes, Fe y Alegría-Venezuela logró llegar al 81 % de la población estudiantil en las escuelas, según el comunicado emitido en agosto de 2020.

El programa Escuela, en conjunto con el Instituto Radiofónico de Fe y Alegría (IRFA), diseñó “La es­cuela en la radio”, una propuesta radial a través de la cual se aportan ideas, tips y actividades para seguir educando en los niveles de Inicial, Primaria, Media General y Media Técnica, pero, desde la casa. Además de esto, también creó una cantidad considerable de materiales para los diferentes niveles educativos que combinan texto, imágenes e infografías.

Por su parte, el IRFA también se enfocó en generar materiales didácticos para mediar aprendizajes des­de la distancia y si bien cuenta con una vasta experiencia en estudios no presenciales, se concentraron en diseñar guías de aprendizaje basadas en competencias para la educación de adultos. Algo similar ocurrió con el Programa de Capacitación que, con el apoyo del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín (CFIPJ), diseñó las guías para cada uno de sus cursos con el fin de seguir atendiendo a sus participantes e igualmente dictó formación en EaD a sus facilitadores mediante la aplicación WhatsApp, tal cual como lo hizo el programa Educación Universitaria que buscó la manera de atender a los estudiantes de las distintas carrera mediante guías de aprendizaje, blogs educativos, aulas virtuales y WhatsApp.

El CFIPJ, aunque no atiende directamente a estudiantes, se preocupó por la formación de los docentes en lo referente a la educación no presencial mediante encuentros virtuales por WhatsApp denominados “Conversaciones en cuarentena”, en alianza con instituciones como la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la USB, la UNA y expertos de distintas áreas, para dar respuesta a sus necesidades formativas con sugerencias, recomendaciones, tips u otro tipo de aportes que les ayudara a enfrentar el nuevo panorama educativo. Estos espacios se llevan a cabo los viernes y abordan diferentes temáticas como: estrategias de motivación para la enseñanza en tiempo de pandemia, desarrollo de habilidades para el aprendizaje autóno­mo en la EaD, la alfabetización inicial en la EaD, herramientas para la educación virtual, solo por mencionar algunas.

Como podemos observar, Fe y Alegría-Venezuela dio frente a la nueva realidad educativa median­te la creación de recursos y plata­formas que fueran accesibles para los estudiantes y participantes que atiende, pese a la innumerable can­tidad de adversidades que enfrenta el país. De esta manera culminó el año escolar 2019-2020 y se inició el actual con el reto de llegar al 100 % de la población estudiantil a través de la educación multimodal que vie­ne implementando.

La educación multimodal es educación a distancia

No es un secreto que en algunos países la implementación de la EaD ha dado buenos resultados por contar con las herramientas tecnológicas adecuadas, así lo manifiestan Picón, González y Paredes (2020) en un reciente artículo donde señalan: “La propagación del Covid-19 […] en muchos países trajo como alter­nativa de solución la implementación de la modalidad a distancia implicando la adaptación de enfoques al uso de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación”. Sin embargo, en el caso de nuestro país, aspectos como la falta de conectividad, las constantes interrupciones del servicio eléctrico y la brecha digital trajeron como consecuencia que la EaD se atendiera simultáneamente desde diferentes aristas: me­diante la radio, televisión, mensajes de texto, llamadas telefónicas, guías de aprendizaje, carteles educativos, plataformas on line, medios y recursos que han dado paso a la construcción de la noción de “educación mul­timodal” (González et al, 2020), una educación que busca garantizar la permanencia e inclusión de todos los estudiantes en el sistema educativo para que ninguno sea dejado atrás y puedan continuar desarrollándose integralmente.

La educación a distancia, en palabras de García (2020), es una modalidad educativa que consiste en un diálogo didáctico entre docentes y estudiantes que, separados geográficamente, logran aprendizajes indi­viduales y/o grupales. Como podemos apreciar, en ningún momento el autor especifica que la tecnología digital es obligatoria para mediar la enseñanza y el aprendizaje a distancia. Se habla de un “diálogo didác­tico”, lo que conlleva a una interacción entre las partes implicadas en el proceso, sin importar los medios utilizados. De hecho, la EaD nace en 1728, en Boston, a través de un material autoinstructivo para ser envia­do por correspondencia a estudiantes, con el fin de dar respuesta a las personas que no podían acudir a los recintos educativos (Yong et al., 2017) y que se fue fortaleciendo durante y después de la Segunda Guerra Mundial con los cursos diseñados para especialistas militares apoyados en instrumentos audiovisuales. En consecuencia, la EaD es una modalidad educativa adaptable a la tecnología disponible.

Por eso, al hablar de tecnología, no solamente nos referimos a los aparatos electrónicos que puedan utili­zarse en los procesos educativos, sino también a las diferentes herramientas y saberes que el docente, desde su haber como diseñador curricular, puede crear para mediar el proceso escolar. La RAE define la tecnología como el “Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico” (Real Academia Española, s.f.); por tanto, se puede denominar “tecnología” a todos los elemen­tos involucrados antes, durante y después de la mediación educativa a distancia con los estudiantes que, en este caso, tendrá el apellido de “educativa”.

De cara a esta posición es básicamente aceptable hablar, en el caso venezolano, de una educación multi­modal, que puede definirse como una forma de enseñanza no presencial que se ejecuta a través de diferentes vías según el tipo de herramientas tecnológicas y educativas con las que cuente el docente y el estudiante.

El diseño educativo en la educación multimodal

En los procesos educativos presenciales, semipresenciales y no presenciales, el tema del diseño educa­tivo es trasversal ya que supone la planeación de la trasposición y mediación didáctica de los contenidos. Hasta ahora a los docentes venezolanos se les ha enseñado a planificar una clase buscando las mejores vías, recursos, estrategias y actividades para lograr en el aula un aprendizaje significativo que, en el caso de Fe y Alegría, se elabora atendiendo a la metodología de la Educación Popular:

• Contextualización: Reconocer los saberes previos de los estudiantes y acercarlos a la realidad que afecta el tema por abordar.

• Problematización: Propiciar el cuestionamiento de los saberes de los estudiantes.

• Profundización: Confrontar los saberes de los estudiantes con otros nuevos mediante el diálogo, la reflexión y la investigación.

• Planificación: Diseñar los planes y estrategias para mejorar las prácticas de los estudiantes.

• Implementación: Aplicar lo planificado, junto con un seguimiento y acompañamiento de los proce­sos de transformación.

• Evaluación: Identificar los cambios durante el proceso de evaluación, detectar los aprendizajes y hacer consciente los saberes generados a partir del proceso formativo.

Sin embargo, no es lo mismo un diseño educativo para contextos pedagógicos no presenciales que pre­senciales, puesto que trae consigo unos elementos que se deben cumplir, para lo cual el docente ha de contar con ciertas competencias básicas, específicas y técnicas. En palabras de Córica y otros (2010), el diseño educativo (o diseño instruccional) en la EaD es un proceso sistemático e interdisciplinario de planificación de situaciones de aprendizaje mediante el uso de herramientas tecnológicas accesibles a los estudiantes, para lo cual el docente debe manejar principalmente dos dimensiones: la pedagogía y la tecnología (Mc Anally, 2004).

Con base en estos aspectos, algunos autores señalan los elementos básicos que se deben tomar en consi­deración para el diseño educativo en la EaD. Escontrela y Stojavonic (2004) acentúan que es necesario, al planificar situaciones de aprendizaje en estudios no presenciales, que el docente atienda elementos como la personalización de los materiales, la satisfacción de las necesidades del que aprende, basarse en el apren­dizaje activo centrado en el estudiante, presentar tareas auténticas y significativas, y procurar establecer tiempos prudenciales para ejecutar a cabalidad las asignaciones.

En este marco referencial, las competencias del docente se perfilan como aspectos claves que van a opti­mizar la organización de materiales, recursos y contenidos para atender la enseñanza a distancia. Al respecto Sarel (2020) es claro al señalar tres competencias fundamentales:

1) Manejo de la tecnología, en función de hacer el montaje de los aspectos didácticos.

2) Manejo de la modalidad a distancia, es decir, el docente debe tener nociones claras de cómo es la atención educativa desde la EaD.

3) El conocimiento de diseño instruccional, con el fin de saber seleccionar las herramientas y contenidos que cumplan la función de mediar aprendizajes, a través del cual ocurre el intercambio de saberes.

Como también afirma García (2001), “si los docentes no adquieren las estrategias básicas para el di­seño de cursos, o, al menos, para la gestión de los mismos, por muy bueno que sea el entorno virtual de aprendizaje, su fracaso está anunciado”. Sin la debida formación de los profesores y docentes, el uso de las herramientas digitales solo servirá para calcar lo hecho cara a cara con el estudiante, pero a través de la web. De manera más específica Labarca (2020) infiere que, cuando se trata de un docente que enseña a distancia, las competencias que debe desarrollar giran en torno a cuatro áreas indispensables:

1) Área pedagógica: El docente tiene que ser profundo conocedor de la teoría y la didáctica del área que imparte en la EaD para que, de este modo, pueda desarrollar un diseño instruccional basado en aspectos conceptuales y procedimentales propios de la disciplina.

2) Área tecnológica: El manejo de herramientas tecnológicas digitales es fundamental de tal forma que el docente cuente con diversos medios y plataformas para presentar los contenidos, entre los cuales el correo electrónico, las aulas virtuales y las redes sociales son las más utilizadas. También debe ser creativo en la elaboración de materiales al enviarlos a través de estos medios.

3) Área de diseño educativo: Para el docente virtual, el diseño educativo no solo debe versar en las estrategias a utilizar como ocurre en la educación presencial, es necesario además planificar la vía a través de la cual se ha de presentar el contenido, la ruta metodológica para que el estudiante interac­túe con este, la forma de presentarlo, los recursos complementarios, el cronograma de actividades, la atención personalizada (tutoría), entre otros aspectos.

4) Área de investigación: Es sumamente necesario que el docente de la EaD alcance estar siempre ac­tualizado en cuanto a contenido, estrategias y medios de atención para mediar aprendizajes, lo cual puede lograr mediante la investigación.

Materiales y medios de enseñanza-aprendizaje

Considerando estos aspectos dentro de la EaD en general, y de la educación multimodal en particular, un punto álgido de atención por parte del docente debe ser en definitiva la creación y/o diseño de materiales instruccionales. Estos, por cualquier vía que sean presentados, tienen que ser cuidadosamente preparados porque suplen sus funciones presenciales. Mientras que, por ejemplo, la solicitud de un mapa conceptual en la educación presencial solo debe indicar el tópico a desarrollar y fecha de entrega, en la educación multimodal es necesario dar detalles precisos: tópico con sus respectivos puntos, competencia o habilidad a desarrollar, plataforma de elaboración, ruta a seguir para el diseño, fecha y vía de entrega, entre otros as­pectos que se consideren pertinentes; es decir, nada debe quedar sobreentendido cuando se trata de recursos y/o actividades en la educación multimodal.

En referencia a los materiales educativos para una educación multimodal a distancia, Prendes (2008) y Labarca (2020) aseguran que no solo deben guiar al estudiante hacia el aprendizaje, sino ser insumos que in­teractúen con él y le faciliten un entorno de reflexión en relación a los contenidos curriculares. Esta reflexión debe estar direccionada hacia el desarrollo de competencias y habilidades de cara a los aspectos teóricos que se presentan en el recurso que se haya seleccionado. Por estas consideraciones, es indispensable establecer algunos criterios que el docente debe tomar en cuenta cuando elabore materiales didácticos en la educación multimodal:

• No incluir varios contenidos en un solo recurso. Más bien es recomendable un tema por recurso pre­sentado y por ende hay que seleccionar los más elementales. A esto se le puede denominar “módulo de aprendizaje”.

• El contenido debe ser brevemente descrito, más no desarrollado del todo. Hay que propiciar en el es­tudiante la investigación y para ello se pueden anexar enlaces a vídeos o páginas web que les brinden información relacionada sobre la temática abordada.

• Ser ilustrativo. El material debe incluir gráficos, imágenes, diagramas, cuadros que permitan una ma­yor comprensión de los contenidos.

• Aplicar un lenguaje sencillo y directo, es decir, hablarle al estudiante; de esta forma sentirá que es el mismo docente quien le está dando instrucciones.

• Optar por un diseño sencillo y llamativo a la vez, que despierte la atención del estudiante mientras vaya leyendo.

• No exceder la cantidad de cinco páginas en el recurso si se trata de un documento, así no se crea dis­persión en el estudiante.

• Incluir actividades donde el estudiante aplique el contenido (transferencia de saberes). Para ello la metodología de la Educación Popular es clave, pues lo sensibiliza ante un tema, problematiza una situación, profundiza los saberes necesarios para darle respuesta, contrasta e interviene para aplicar lo aprendido; de esta forma se genera el intercambio de saberes con el entorno.

La construcción del conocimiento en la EaD es posible mediante la interacción con los materiales y re­cursos porque es a través de ellos, como ya se mencionó, que los estudiantes establecen un diálogo didáctico con el docente; estos son, en palabras de Viesca (s.f.) “el frente del educador”. Son los medios por los cuales este puede acompañar a los estudiantes, así como también generar ambientes de aprendizaje.

La organización interna de estos medios le indica al estudiante en qué punto del proceso está, los modos de proceder y lo que se espera de él sin importar el entorno donde se encuentre, pues en el momento en que entra en contacto con el recurso es cuando se está propiciando la situación de aprendizaje que lo invita a de­sarrollar conocimientos y habilidades: “No importa en el lugar que se encuentre el estudiante cuando entra en contacto con el recurso está propicio a desarrollar una situación de aprendizaje que será significativa para él” (Viesca, s.f.).

Las características que presentan los materiales de aprendizaje están sujetas a modificaciones para adap­tarse a la intencionalidad, los saberes y las habilidades que se desean desarrollar en los estudiantes, sin embargo, existen aspectos que son innegociables para garantizar un aprendizaje significativo. En cuanto a estas, la UNESCO (1994) esboza algunos criterios -unos mencionados ya con anterioridad, pero, que son indispensables- como:

• Estar dirigidos directamente al estudiante.

• Guiar al estudiante hacia el aprendizaje deseado.

• Propiciar la descripción, investigación, reflexión, valoración, comparación, actuación, análisis y sín­tesis.

• Desarrollar habilidades.

• Partir del método científico: hay una interrogante que resolver, el estudiante explora y analiza la ma­nera de enfrentar el problema, busca una respuesta y registra sus avances.

• Plantear las actividades en formato de pregunta o declaración que representa el objetivo que se busca lograr.

• Poner a prueba los saberes adquiridos en la resolución de la problemática planteada.

• Apoyar el aprendizaje individual e igualmente la interrelación en grupos de trabajo.

Para los espacios de socialización con los estudiantes, sean sincrónicos o asincrónico, proponemos la secuencia formativa desarrollada por el Plan Nacional de Formación de Fe y Alegría (Borjas, et al., 2015), ya que sus cuatro momentos son propicios para desencadenar procesos reflexivos y de discernimiento.

1) Miramos la realidad: Se trata de sensibilizar a los estudiantes ante unos hechos, situaciones que los rodean o problemáticas que se deben enfrentar todos los días y van constituyendo su experiencia de vida.

2) Analicemos críticamente: Consiste en plantearles una problemática para que cuestionen esa realidad desde diversos referentes y modelos de vida; de esta manera que puedan discernir de manera personal y colectiva cómo transformar el ser y el hacer.

3) Vamos a andar: Implica tomar partido de lo aprendido para buscar alternativas personal y colectiva­mente ante los problemas presentados y actuar.

4) Revisar y celebrar: Se recogen los aprendizajes y se comparten con los otros.

Los roles del docente para generar saberes en la educación multimodal

Otro aspecto a considerar en medio de la educación multimodal es referente al docente como enseñante. En la educación presencial, es el encargado de supervisar y conducir la situación de aprendizaje, pues su responsabilidad se acentúa en más del 60 % para el éxito de la misma. Ahora bien, el mencionado pano­rama cambia en cualquier modalidad de mediación de aprendizaje dentro de la EaD: el docente pasa a ser un acompañante del estudiante para que alcance ciertas competencias y aprendizajes, dejando el referido porcentaje como responsabilidad de este que, bajo esta forma educativa, es considerado un ser consciente de su autoaprendizaje.

Ciertamente una de las bases pedagógicas de la EaD es el aprendizaje autónomo; sin embargo, este no ocurre sin la presencia del profesor, tutor, asesor, facilitador u orientador denominaciones con las cuales se conoce al docente de estudios no presenciales. De estos, “tutor” o “asesor” son los términos más aceptados (García, 2001).

El docente que enseña a distancia se convierte en un guía que acompaña dicho proceso, ya no se trata de la única fuente de conocimiento al que el estudiante puede acudir, pues esa fuente actualmente está al alcance de un clic.

Definamos, entonces, lo que significa ser un docente tutor para la modalidad de EaD. Según Adel y Sales (s.f.), el tutor es el que actúa como facilitador de aprendizajes mediados a través de diversos materiales y recursos disponibles. Por su parte Corredor (2014) agrega que es el rostro visible de la institución y, por tanto, el encargado de acompañar el proceso de orientación-aprendizaje, además de guiar, motivar y atender dudas referentes a los contenidos, el curso y la evaluación.

Según lo expuesto, se puede alegar que el docente tutor de la EaD debe:

• Acompañar los procesos de aprendizaje, lo cual implica una consecuente interacción entre docente-estudiante para generar intercambios de saberes.

• Ser el que motiva, orienta y asesora a los estudiantes en función del alcance de aprendizajes, es decir, no los deja solos sino que se hace presente por cualquier vía que la tecnología disponible le permita.

En consecuencia, en la educación multimodal, la función del tutor también son las señaladas. Para este propósito, es necesaria la articulación de las funciones del docente propuestas por Corredor (2014) con la generación de conocimientos desde la educación multimodal:

• Función académica: El docente debe ser garante de ofrecer recursos acordes a la accesibilidad tecno­lógica del grupo de estudiantes y velar que lleguen a cada uno de ellos. Estos materiales deben estar diseñados atendiendo a los conocimientos específicos del área y las exigencias de la EaD para así propiciar saberes desde la distancia. Hay que recordar que los materiales educativos de la enseñanza no presencial hacen las veces de profesor (Aguilar, 2004).

• Función pedagógica: El docente de la educación multimodal debe buscar las vías más adecuadas, accesibles y de bajo coste para monitorear la situación de aprendizaje de sus estudiantes, aportándoles las consignas motivacionales, estrategias y herramientas que los incentiven al estudio y a la compren­sión del contenido; de esta forma se asegura una generación de saberes entre estudiante-docente.

Función tecnológica: Si dentro de la educación multimodal la opción elegida entre estudiantes, representantes y docentes son las herramientas estrictamente tecnológicas, el tutor debe propiciar un adecuado uso de la o las plataformas que se vayan a utilizar con fines académicos, así aprovechará al máximo la herramienta para construir sus propios saberes.

• Función motivacional: El profesor tutor de la educación multimodal ha de buscar la mejor vía de comunicación con sus estudiantes, como ya se indicó. A través de estas vías, bien puede establecer consignas motivacionales que estimulen al estudiante en su labor de generar saberes. Esto constituye una alternativa para que el educando no se sienta abandonado por el profesor.

• Función organizativa: De la mano con las funciones académicas y pedagógicas, el tutor posee en su haber la labor de organizar los contenidos y las actividades que el estudiante debe cumplir. Se re­comienda que haya orden en la disposición de contenidos, materiales complementarios y actividades de evolución dentro del entorno que se seleccione para mediar la enseñanza. Establecer una ruta de aprendizaje es indispensable en la generación de saberes.

A modo de resumen

En la educación multimodal, el uso de las herramientas digitales por sí solas no incide de manera sig­nificativa en el aprendizaje de los estudiantes. Para que impacten realmente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, se necesita de un diseño educativo que responda a las condiciones y circunstancias de los estudiantes, esto es: la combinación de recursos y vías de comunicación que conforman una interacción entre el docente y el estudiante ya sea por medios impresos, mecánicos o electrónicos que promuevan el autoaprendizaje en este último.

Los esfuerzos de la EaD y de la educación multimodal están orientados a formar estudiantes capaces de ser responsables de su propio aprendizaje y de autoevaluarse, de generar en ellos el criterio de seleccionar y valorar la información pertinente para la construcción de conocimientos que den respuesta a una problemá­tica que los afecte. “En este sentido, todo apunta hacia la importancia fundamental del factor conocimiento, de su producción, aplicación y utilización en los distintos campos del saber” (Casas, 2005). Todo esto fuera de los espacios tradicionales educativos, lo que implica desarrollar por parte del docente la planificación, socialización, acompañamiento y seguimiento de los procesos de aprendizaje de los estudiantes, en conjunto con las instituciones que deben garantizar las condiciones de organización, articulación y formación de sus educadores. De esta manera, podrán complementar y fortalecer sus capacidades para transformar sus prác­ticas educativas presentes y futuras.