Anoche me sorprendió su llamada…

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Anoche me sorprendió su llamada. Al escucharlo simplemente evoqué el recuerdo de un niño lejano con una amplia sonrisa y una mirada diáfana. Se llama Steven y hoy es un adolescente que, como cualquier otro, está emocionado porque próximamente comenzará sus clases en la Universidad. ¡Su constancia y el amor de su abuela lo han apoyado en un camino que no fue fácil de recorrer!

Steven representa un ejemplo del por qué Fe y Alegría ha seguido creciendo en lugares y países con realidades que golpean, como Haití o El Chad. ¡Hay tantos niños y niñas que son rechazados por un sistema que promulga a la educación como espacio socializador, pero que discrimina y excluye de distintas maneras! Él formó parte de mi grupo de sexto grado, aproximadamente, hace siete años. Y su huella aún persiste en la escuela “Fe y Alegría – El Manzanillo”, especialmente en quienes tuvimos la oportunidad de trabajar con él.

Las dificultades que poseía para escribir, leer o desarrollar operaciones matemáticas las fue superando lentamente. ¡Qué capacidad tan maravillosa tenía Steven para reflexionar!, ¡qué ingenuidad para preguntar cuando no entendía algo! El apoyo y la presencia constante de la abuela Margarita ayudando en el salón, motivándolo a estudiar y a no desfallecer, lograron sus frutos. En la escuela consiguió a un grupo de maestros y maestras que creyeron en él; en el aula tuvo un grupo de amigos que lo ayudaban y protegían, mientras le repetían diariamente: “Steven, tú puedes hacerlo”. No le permitían el desánimo. De esa manera culminó sus estudios de Primaria y pasó al Liceo, donde una realidad lo quiso golpear. No lo permitimos.

Maestra, no quieren a Steven en el Liceo. Me dicen que cuando termine este lapso, debo retirarlo… que lo suyo es una escuela especial… que no está apto para estudiar con los demás porque escribe muy lento, los profesores no tienen tiempo para estarle repitiendo una y otra vez… que los demás se burlan de él… Mi nieto solamente necesita una oportunidad para que lo conozcan, descubran lo maravilloso que es. Él no está solo.

Era la voz angustiada de la abuela que presentía un obstáculo. ¿Una escuela especial para Steven?, ¿por qué? La dinámica del trabajo que hace un maestro en Primaria es muy diferente al de un profesor de cualquier liceo de este país, pero, ¿eso justificaba negarle una oportunidad de demostrar sus capacidades? Hablamos con el subdirector del Liceo, quien comprendió que no cederíamos espacio, ni permitiríamos un retroceso para Steven. Hablamos con sus amigos y amigas de Primaria para cerrar el círculo, dialogamos con algunos profesores cercanos para solicitar su apoyo… y así fuimos ganando terreno al extremo que Steven solo “reparó” una materia. Los tres años pasaron rápido y luego se fue a otro centro educativo, donde egresó el año pasado impregnado del cariño, el respeto y la solidaridad de todos. Fe y Alegría le había abierto las puertas, permitiendo que creyera en sí, dando la oportunidad de equivocarse, experimentar y seguir su proceso.

A diferencia de otras historias, él tuvo el inmenso amor de una abuela que lo aceptó y lo ayudó a levantarse cada vez que tropezaba. Entre sus brazos, Steven no terminó encerrado en su casa asustado, mendigando o viviendo situaciones difíciles. Hoy los alumnos y alumnas que atiendo tienen celulares, computadoras, tablet…, pero, están abandonados; quienes le dieron la vida están sumergidos en sus propias realidades y angustias: el trabajo, el desempleo, la inseguridad, la escasez de alimentos o la incertidumbre de no saber qué hacer ante lo que sucede y, ¿por qué no decirlo?, por comodidad. Lo más preocupante es percibir que, sumergidos en esa vorágine, no están educando el carácter, la constancia o el espíritu, como diría la abuela Margarita.

Aún sin comprender el significado de los literales de promoción, nuestros representantes siguen empecinados en defender la A de “alcanzó todas las competencias del grado y, en algunos casos, superó las expectativas”, creyendo que se evalúan únicamente conceptos y procedimientos, dejando a un lado las actitudes, el convivir. ¿Cómo podremos superar esta discrepancia? Steven nos dio una gran lección en relación con esto cuando decía en el aula: “ya va, maestra, sé que lo puedo hacer mejor” (entonces se concentraba en revisar nuevamente su trabajo) o “mañana vendré y será mejor” (cuando había tenido alguna dificultad). Si alguien me preguntara con cuáles palabras identifico a Steven, mi respuesta sería: constancia, amor, esperanza y solidaridad.

Creo que mientras existan maestros y maestras sensibles, comprometidos con sus estudiantes, capaces de brindarles cariño, de escucharlos y apoyarlos, Fe y Alegría seguirá creciendo. Porque no son edificaciones lo único que construye, son oportunidades para la vida y para ser personas. ¡Steven será un estudiante universitario!

Elda Rondini 
U.E. Fe y Alegría – El Manzanillo


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