El 2020 fue un año difícil y atípico en muchos aspectos: la aparición del Covid-19, cuyo impacto conmocionó y preocupó a toda la humanidad y cuyo origen aún se ignora, que sigue amenazándonos debido a su agresividad y la facilidad de su contagio, por no mencionar las dificultades que implica crear una vacuna segura y eficaz, y los mecanismos que garanticen el acceso a ella. Mientras tanto, seguimos aislados y alarmados, en una carrera contra reloj donde, hasta el momento, los únicos perdedores somos nosotros, los seres humanos.

A pesar de los esfuerzos, las alarmas y las medidas restrictivas, este corona virus, que ha causado ya millones de muertes, sigue propagándose como un signo apocalíptico, sin que todo el poderío de la humanidad logre detenerlo. De ahí la importancia de rescatar, desde la familia y la sociedad, valores fundamentales como la responsabilidad, la corresponsabilidad, el respeto, la solidaridad, el esfuerzo, la honradez, la tolerancia y honestidad. Es necesario que todos y cada uno, sin importar la actividad que realicemos, demos nuestro aporte para lograr que esta “obligada parada”, producto de la pandemia, nos una fraternalmente y asumamos el autocuidado como una norma de vida.

El Covid-19 evidenció la vulnerabilidad y fragilidad del ser humano, y nos obligó a entender que un simple e invisible virus amenaza nuestras ideas y costumbres, y que todo el enorme poderío resulta incapaz de destruirlo o frenar su avance. A pesar de que nos obligó a cerrar las fronteras y espacios públicos (como los centros educativos), a encerrarnos en las casas, y a paralizar el sector productivo, el virus continúa vigoroso y diariamente aumenta tanto el número de personas contagiadas como fallecidas. L. Boff (2020) reflexiona en torno a la importancia del autocuidado ante la aparición del Covid-19 y escribe: “Vivimos tiempos dramáticos bajo el ataque del coronavirus, una especie de guerra contra un enemigo invisible, contra el cual todo el arsenal destructivo de armas nucleares, químicas y biológicas fabricadas por los poderes militaristas son totalmente inútiles e incluso ridículas. El Micro (virus) está derrotando a lo Macro (nosotros)”.

Tenemos que cuidarnos y cuidar a los demás para que podamos salvarnos juntos. ¿Lo haremos o seguiremos ignorando que todo en la vida está relacionado?, ¿por qué no aceptar que somos seres dependientes, independientes e interdependientes?, ¿por qué no comprender que la única forma de sobrevivir es ayudándonos, abriendo el corazón, extendiendo la mano solidaria? La OMS ha denunciado que los gobiernos de algunos países están acaparando las primeras vacunas anti-Covid, con lo que impiden la posibilidad de una distribución equitativa. Otros utilizan la pandemia para fortalecer sus medidas autoritarias y obtener dividendos politiqueros. Y cada vez se generaliza más y más la idea de que debemos aprender a convivir con él, respetando las normas de bio-seguridad establecidas. A pesar de todo, sigue la vida, somos parte de una sociedad que continúa lentamente sus procesos implementando estrategias, innovando, creando recursos y soluciones.

Nadie puede negar que hoy nuestra visión del mundo es otra, que es indispensable adaptarnos a la nueva realidad y valorar los aprendizajes de la experiencia de vivir en época de Covid-19. Durante este último año, por ejemplo, los docentes hemos tenido la oportunidad de evaluar y reflexionar sobre qué es realmente lo importante y qué funciona en nuestra educación, cuáles son las fortalezas de cada uno como educador, por qué diversificar las estrategias de aprendizaje y el empleo de recursos tecnológicos, la necesidad de mantener un proceso permanente de formación y acompañamiento, y la valoración del espacio ganado por los padres y representantes como tutores de sus hijos, entre otros aspectos.

En Fe y Alegría seguimos optando por brindar una educación de calidad que se adapte a la realidad y necesidades de nuestros estudiantes. El Covid-19 estará presente mucho tiempo y por ello regresar a clases presenciales -a corto o mediano plazo- es un dilema, pero, sea como sea, este es el momento de tomar decisiones que permitan refrescar y dinamizar la práctica pedagógica de todos los docentes del país. Es un retorno al contacto humano, a internalizar que “la pandemia cambió todo y la escuela no puede seguir trabajando igual”. Hay que soñar en una labor que “atrape” a nuestros estudiantes, que sea mucho más atractivo el aprender, que posea un para qué significativo, y sepamos cómo hacerlo. Si bien la modalidad de educación a distancia ayudó, en cierta manera, a mantener en movimiento a nuestros estudiantes, es innegable que no se aprende observando o leyendo contenidos sino también en la interacción con los otros; pues ese compartir espacios con los demás, ese convivir es lo que permite socializar, conocernos y comunicarnos. Esta pandemia tiene un efecto dominó porque incidió en todo: y si bien cada quien la vivió y vive a su manera, nos obliga a pensar qué cambios son necesarios y cuáles han de ser prioritarios en nuestra práctica pedagógica, a nivel personal y como ciudadanos.

La invitación es a atreverse a cambiar, conscientes de que las transformaciones y los cambios son resultados de procesos, porque ellos no se dan por generación espontánea o simplemente por desearlos: hay que decidir convertirlos en realidades.

Una muestra de ello son las sistematizaciones que conforman en esta oportunidad la sección “Experiencias” de nuestra revista Movimiento Pedagógico: “Construyamos escuelas de cuidado”, “Conectad@s, una ventana educativa en la distancia”, “Los forochats como estrategia para propiciar encuentros formativos en WhatsApp” y “Asumir retos para garantizar procesos”. Cada una de ellas está redactada de una manera muy particular, originada por una necesidad específica y un objetivo bien definido: mantener la calidad de la educación que Fe y Alegría defiende e imparte a miles de niños, niñas y adolescentes, con la participación de los docentes, padres, representantes y vecinos.

En la sección “Reflexión” compartimos dos textos. “Covid-19: ¿adaptación o transformación educativa?”, cuyo autor parte de una reflexión personal sobre si el hecho de incluir un recurso tecnológico es suficiente para indicar que se “están dando cambios muy importantes en la educación”.

Y el otro es un hermoso artículo de Jorge Cela s.j. que nos obliga a cuestionarnos cuando dice: “Soñemos con el futuro diferente. Es el tiempo de nuestra oportunidad. No busquemos recuperar el pasado. Aprovechemos para dar el salto hacia adelante”. ¿Estamos dispuestos a hacerlo o seguiremos en nuestra zona de confort, ciegos a lo que sucede alrededor, sin haber aprendido la lección que nos deja el Covid-19?

En “Buzón del lector” leeremos las inquietudes que plantea su autora en cuanto a su experiencia como representante en un centro de Educación Inicial, las cuales servirán para evaluar y reflexionar el trabajo que realizamos como docentes.

En esta oportunidad hay una sección especial titulada “Aportes”, que da cabida a dos textos: el primero es un esbozo teórico sobre la educación a distancia en el nivel de Educación Media General en nuestro país y el segundo es una interesante e innovadora propuesta de trabajo titulada “El hogar como espacio de aprendizaje” que permitirá visualizar ese espacio privado como una mina de recursos para generar aprendizajes significativos desde lo cotidiano.

Teniendo como referencia la propuesta de educación multimodal, con la que Fe y Alegría ha tratado de responder a las necesidades educativas originadas por la pandemia, los autores del “Dossier” nos ofrecen una serie de planteamientos sobre la Educación a Distancia, que pueden ayudarnos a revisar las prácticas de lo que venimos implementando, con la idea de que resulten más pertinentes y apropiadas para garantizar el aprendizaje autónomo de los alumnos y contribuyan a superar esa educación bancaria y transmisiva que se limita a atiborrar a los alumnos con montones de tareas.

De igual forma, “Movimiento Pedagógico” da cabida en esta ocasión a una sección titulada “Testimonios”, donde el lector encontrará dos textos nacidos desde la actitud de servicio y de disposición para ayudar a los otros. El primero, “Lecciones de una pandemia”, es un resumen, lleno de humildad, de los aprendizajes adquiridos por su autora durante esta pandemia como acompañante y orientadora de procesos educativos en Fe y Alegría-Colombia, en los que plantea su inquietud por el futuro de los estudiantes de sectores empobrecidos y marginados. El otro, titulado “La pandemia nos invita a celebrar el don de la vida y el don de vivir en comunidad”, representa el esfuerzo hecho desde Fe y Alegría-Perú, para enfrentar obstáculos y garantizar el respeto al derecho a la educación creando alianzas, perseverando, fortaleciendo lazos con la comunidad. De este modo, seguimos enarbolando, desde prácticas y lugares muy diferentes, la bandera de la Educación Popular como camino para que la justicia, equidad e igualdad prevalezcan en medio de una sociedad que excluye, discrimina y rechaza a las mayorías.

Una vez más, desde el equipo editorial de “Movimiento Pedagógico” reiteramos la invitación a los docentes de nuestro país a que nos envíen sus aportes, opiniones, sistematizaciones de experiencias y estrategias para enriquecer el trabajo hecho en el día a día por quienes seguimos creyendo que, a pesar de las enormes dificultades que debemos enfrentar, si es posible avanzar y construir una sociedad más igualitaria y justa.

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