La educación de estos tiempos está enfrentando grandes retos y desafíos, dada la diversidad de obstáculos que dificultan el logro de su objetivo central: formar para la convivencia, el trabajo y la vida. Dichos obstáculos más que considerarlos un muro de contención, son oportunidades para mirar con otros ojos las situaciones que nos rodean. Hoy, la preocupación de muchos docentes no se limita únicamente a desarrollar las competencias necesarias para la inserción de sus estudiantes en la sociedad, ni tampoco en usar innovadoras estrategias o avanzadas tecnologías solo porque son tendencias, sino que el panorama ahora es mucho más amplio: se enfrentan a una realidad tan desalentadora como salones de clases cada vez más vacíos, niños que no se alimentan de manera adecuada, la asistencia irregular a clases por diversos motivos y, por ende, un bajo rendimiento escolar entre muchas otras. Por eso seguimos perseverando en nuestra labor educativa porque, como decía el padre Vélaz: “Educar por encima de todo, porque educar es salvar”.
Las situaciones mencionadas anteriormente han hecho que la tarea del docente se traslade del salón de clases y el patio de juegos a otros contextos; preguntas como: ¿habrá desayunado Juan?, ¿por qué retiraron de la escuela a esos dos niños?, ¿por qué María y Francisco no asisten a clases, aunque sus compañeros los ven continuamente por las calles del barrio?, ¿qué estará ocurriendo en casa de Diego?, ¿habrá la mamá conseguido trabajo?… son cada vez más frecuentes en las reuniones de docentes.
La vida de cualquier maestro se desarrolla también en esos mismos escenarios. Las renuncias se acumulan más y más en las oficinas directivas, sin la certeza de encontrar a otra persona calificada que sustituya a quien se va porque “el sueldo no alcanza para nada”. Es innegable que si bien es posible enseñar sin salones, sin pizarras o pupitres, no se puede enseñar sin maestros, sin el apoyo de la familia y de la comunidad. ¡Educar es un trabajo de todos! Durante sus inicios, Fe y Alegría fue ejemplo de ello cuando sus primeras maestras “dos muchachas del barrio que solo tenían quince años y el sexto grado de primaria” (Pérez Esclarín, 2018), daban clases sin cobrar un sueldo a cien niños sentados en el piso, en lo que hoy conocemos como el sector “23 de Enero” en Caracas. Ellas apostaron por el sueño del padre José María Vélaz, disfrutaban trabajar con los niños y se entregaron a ello, pero en medio de esta realidad que duele, lacera e indigna, el contexto es diferente: el trabajo docente, en cualquier nivel de la educación venezolana, no es valorado ni respetado. Estamos conscientes que es indispensable controlar la inflación, brindar estabilidad para la inversión y producir para salir de este atolladero, no obstante, ¿cómo es posible que un docente I tenga una sueldo de 28.638,82Bs., mientras una consulta médica puede costar 80.000Bs? ¿Cómo entender que la persona que cincela corazones, esculpe actitudes, desarrolla aptitudes y forma ciudadanos sea tan menospreciada? ¿Se habrá equivocado Aristóteles cuando dijo “Aquellos que educan bien a los niños merecen recibir más honores que sus propios padres, porque aquellos sólo les dieron vida, estos el arte de vivir bien”?
Aunque contamos con docentes comprometidos con su labor de enseñar, también debemos reconocer que el panorama actual ha obligado a muchos de ellos a abandonar las aulas en busca de mejores condiciones de vida. Quienes educan en estos tiempos de crisis, ya no lo hacen por el prestigio que el ser maestro antes proporcionaba o por un sueldo: estamos seguros que lo hacen por verdadera vocación pues, a pesar de las adversidades, continúan luchando, brindando sus aportes en la construcción de un mejor país, del país que realmente merecemos, en la formación de ciudadanos que amen su tierra, capaces de enfrentar día a día los obstáculos para levantar el presente y futuro de quienes vivimos aquí. La solución a los conflictos de Venezuela es reconocer y valorar el recurso humano que tenemos, darle significado a la vida antes que a las cosas, por ello Pérez Esclarín (2019) sigue insistiendo que “Necesitamos hoy educadores resilientes, creativos, que no se rinden, sino que asumen las dificultades para inventar y recrear la educación necesaria”.
Como bien lo dice dicho autor enseñar no es explicar materias, trasmitir información y memorizarla: es mostrar lo que somos con nuestras acciones, es convertirnos en maestros como Jesús. Muchos quizás no tengan un título universitario que los acredite como docentes, pero, mediante sus actitudes y valores demuestran un compromiso con la vida, trascendiendo el espacio de la escuela en esa relación de iguales, de respeto a la diversidad.
En esta nueva edición de nuestra revista Movimiento Pedagógico, “¡Decimos presente!”, hemos recopilado una variedad de experiencias que demuestran una parte del trabajo de nuestros docentes de manera impresionante: conoceremos la labor desarrollada en el centro educativo “Jesús Maestro” mediante alianzas con otras instituciones que abrieron su corazón para ayudar al prójimo, convirtieron un sueño en una alternativa para sus alumnos y comunidad porque no se quedaron con los brazos cruzados mirando lo que sucedía a su alrededor. ¿Qué decir de la hermosa labor de promoción de la lectura desarrollada por el proyecto Bibliomula-Mérida, que persevera en su trabajo aunque se le hayan cerrado algunas puertas? Conoceremos el génesis de un plan vacacional atípico, que nació desinteresadamente para brindar espacios de alegría y formación a decenas de niños, niñas y adolescentes de una comunidad como muchas de Venezuela, pobre y violenta. ¿Cuántos de nuestros lectores se animarán a diseñar un plan vacacional donde participen sus estudiantes o los más pequeños de la comunidad, sin pedir nada a cambio? ¡Regalar el tiempo personal para conseguir una sonrisa o un recuerdo inolvidable en aquellos que solamente escuchan gritos! Alguien dijo que una sonrisa cambia el mundo y eso es cierto: no sabemos cómo podemos impactar en la vida del otro mediante un abrazo, una sonrisa o, simplemente, escuchándolo; por ello es tan importante educar las emociones: aprender a enfrentar los miedos, expresar la alegría, saber cómo manifestar nuestros sentimientos y eso es fundamental trabajarlo con nuestros estudiantes: a eso se dedica MARTA.
Este Movimiento Pedagógico contiene un dossier, “Maestros de humanidad”, dedicado a todos los docentes cuya lectura nos recuerda lo esencial de seguir siendo persona, pese a las tribulaciones y dificultades que surjan en su labor y en el contexto.
También hallaremos diversas estrategias y sugerencias para abordar la educación en valores, igual que las palabras de una maestra que nos habla desde la esperanza, la constancia y el esfuerzo de ser maestro, en la sección “Buzón del lector”. Les encantará leer los sueños de un grupo de alumnos en “Reflexión”, donde nos hablan del docente que quieren tener.
El contexto exige, por un lado, prepararnos para enfrentar los cambios cada vez más constantes en esta vorágine donde estamos sumergidos, mientras que por otra parte, requiere innovar en el trabajo pedagógico ofreciendo diversas oportunidades de aprendizajes para que nuestros estudiantes se conozcan a sí mismos, desarrollen al máximo sus capacidades y aprendan a retomar la convivencia con los otros. “El reto de la educación es enseñar a vivir con autenticidad, a ser dueño y señor de la propia vida” (Pérez Esclarín, 2015).
Este es el momento justo para divulgar todas esas experiencias que se desarrollan en los distintos programas de Fe y Alegría para demostrar que si es posible mejorar la calidad de la educación venezolana. Esas sistematizaciones significan seguir abriendo caminos, dejar huellas, experimentar y poner en práctica los valores que permiten la sana convivencia, es seguir siendo humanos en medio de una sociedad que privilegia el individualismo y mantener las manos abiertas para ayudar… Es afirmar en una sola voz: ¡podemos hacerlo! Por ello esperamos los aportes que cada uno de nuestros lectores quiera brindar para seguir construyendo esta revista de maestros para maestros. Envíenos sus reflexiones, comentarios, sugerencias, dibujos de sus estudiantes…